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Carlos Román

Aunque la Liga se apaga, el mallorquinismo está más encendido que nunca. La hinchada que anida en el ONO Estadi, acostumbrada a padecer hasta el último momento mirando el retrovisor, ha recuperado estos días una serie de términos que llevaban mucho tiempo alejados de su vocabulario. No es para menos. El campeonato regresa este domingo al Camí dels Reis para despedirse y a diferencia de otros años, emerge con un encuentro condimentado de arriba a abajo. Ahora mismo, la UEFA está sobre la mesa y en el ambiente flota la sensación de que se puede hacer algo grande. La plantilla acelera, Son Moix se acicala y la afición empieza a aplicarse las pinturas de guerra. En otras palabras, la cuenta atrás ya está en marcha.

En estos momentos la pasión lo envuelve prácticamente todo. Aunque todavía es pronto, se prevé que las localidades que han salido a la venta para presenciar el partido ante el Zaragoza (18:00 horas) se agoten y que el cuartel general rojillo registre la mejor entrada del ejercicio. De hecho, todo apunta a que las gradas rebosarán cuando el balón empiece a circular y que la frialdad del recinto desaparezca entre las elevadas temperatura de las grandes ocasiones.

La masa social ya ha cogido número y planea una batería de iniciativas que le darán un aire muy especial a la visita del cuadro aragonés. Los peñistas más activos de la entidad se reunirán horas antes del inicio del choque en el hotel de concentración de la plantilla (el Melià de Mar de Illetes) y cuando el autocar salga en dirección al estadio viajará perfectamente arropado por una caravana de seguidores. En Son Moix habrá otro grupo de aficionados para darle la bienvenida al grupo y recordarle que no estará solo.

El club, por su parte, emitió ayer un comunicado en el que señalaba que no se llevará a cabo ningún acto conmemorativo como colofón a la temporada. Ni antes del inicio del encuentro, ni durante el descanso del mismo. Además, se recuerda que tampoco se pondrán en marcha preparativos especiales a la conclusión del partido por respeto a las consecuencias que puedan derivarse del resultado definitivo. El motivo es evidente. La victoria del Mallorca condenaría al Zaragoza al infierno de la Segunda división y nadie está dispuesto a acentuar el dolor de los maños. En cualquier caso, podría darse la posibilidad de que unos y otros cumplieran con su objetivo, lo que propiciaría una fiesta conjunta similar a la que se vivió en el desenlace de la temporada 2004-05, cuando los jugadores del Mallorca y el Betis celebraron unidos la permanencia y la clasificación para la Champions.

Conviene recordar que la afición local recibirá la visita de un nutrido grupo de zaragocistas dispuestos a empujar al equipo blanquillo a una permanencia que ahora mismo está especialmente alejada. El club afincado en La Romareda ha organizado tres opciones de viaje para sentirse bien acompañado en el trance y la respuesta de sus fieles ha sido demoledora. Hay varios vuelos en marcha que están prácticamente llenos y además, la entidad ha fletado una serie de autocares para que los aficionados lleguen por carretera a Barcelona y tomar allí un ferry que les traiga directamente a la Isla. En total, habrá unos setecientos maños en las tribunas de Son Moix.

En las filas de Manolo Villanova la tensión es máxima y sus problemas se acumulan. Ayer el equipo volvía a la carga para preparar la último función de la campaña y uno de sus efectivos más desequilibrantes, Sergio García, no pudo entrenarse por culpa de una sobrecarga muscular. De todas formas, los médicos del club son optimistas y confían en que mejore durante la semana para que pueda estar sobre el césped. El resto de la plantilla, salvo los lesionados de larga duración (Luis Carlos Cuartero, David Generelo y Carlos Diogo) se ejercitó con normalidad en las instalaciones de la ciudad deportiva en una jornada pasada por agua.