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Mugello es territorio Rossi. Por si alguien tenía dudas, Valentino se encargó de demostrar que el binomio Yamaha-Bridgestone va a dar guerra. Y que los ingenios de la factoría de Iwata son la referencia de MotoGP, con el permiso de la Honda de Dani Pedrosa, la única que da la cara por su fabricante, y que con el motor de válvulas neumáticas no ha mejorado lo suficiente como para poder estar a la altura de su gran adversario técnico. Rossi, Stoner y Pedrosa dieron forma a un podio habitual en 2007, en el que se echó en falta a un Jorge Lorenzo que se marchó por la puerta de atrás. Su caída evidenció que el fin de semana del Gran Premio de Italia es mejor olvidarlo, pasar página y concentrar las ilusiones en Montmeló. Los problemas de puesta a punto, las pruebas de neumáticos y los últimos coletazos de las molestias físicas que han lastrado al mallorquín (y no le impidieron subir al cajón en Le Mans) pasaron factura y el trabajo del equipo se fue por los suelos. El 48 no se cansó de pedir disculpas a los suyos. Un mal día que no empaña un inicio de Mundial a la altura de muy pocos. No fue la mejor manera de celebrar el centenario del bicampeón en una carrera atípica. Tanto, que De Angelis acabó cuarto y Dovizioso octavo. Entre medias, Edwards y Toseland ratificaron la fiabilidad de Yamaha. Jorge ya está a 28 puntos de 'Vale' y a 16 de Dani. Eso sí, queda tiempo.