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Adrián R. Huber|VIENA
Seis años después de sorprender con su tercer puesto en el Mundial de Corea y Japón, Turquía regresó al primer plano internacional al lograr el pase para las semifinales de la Eurocopa de fútbol, en las que se medirá a Alemania, tras resolver en los penaltis un enfrentamiento soporífero durante 119 minutos y trepidante en su desenlace.

Turquía se había labrado el camino a cuartos cargada de paciencia. Tras perder ante Portugal (0-2), supo remontar en el tramo final los choques ante Suiza (2-1) y la República Checa (3-2). Y no anunció hasta el último suspiro del partido más largo del torneo su presencia en la ronda de los mejores cuatro. Tras la primera acción de peligro croata, que no aprovechó Srna, Turquía se aferró a su libreto, tomando la iniciativa con cautela, con disparos lejanos de Haltintop -en dos ocasiones- y de Tuncay, antes de que se completara el primer cuarto de hora. Croacia, por contra, había entrado en la primera ronda del 'KO' sin esperar, de frente, derrotando a la co-anfitriona Austria (1-0), sorprendiendo a Alemania (2-1) y confirmando primer puesto de grupo ante Polonia. Y así se mostró en su retorno al Ernst Happel vienés.

La propuesta turca, al trote, recibía respuesta croata al galope. Cuando Luka Modric -que acaba de protagonizar un sonado traspaso multimillonario del Dinamo de Zagreb al Tottenham de Juande Ramos-, enchufaba el turbo, Croacia entraba como una exhalación. Sobre todo por la izquierda, donde tanto Rakitic, como, desde más atrás, Pranjic, ponían en aprietos a la zaga otomana.

Pero hubo más tensión casi que fútbol en muchos momentos del partido, lo que propició que se llegara sin goles al final de los noventa minutos. Iniciada la prórroga tampoco llegaron los tantos ni por parte de uno ni otro equipo. Al inicio del segundo y último cuarto de hora urquía anunció que seguía despierta, en sendas acciones de Sarioglu y Tuncay. Siguió urdiendo una tela de araña, en la que estuvo a punto de ahogarse, si no fuera el increíble y trepidante desenlace. En 119 minutos no hubo goles. Y en uno solo, se anotaron dos. Una genialidad de Modric, que se hizo con un balón al borde de la línea de fondo, se giró y se la colocó en la cabeza a Klasnic, que definió. Pero acto seguido, el dios del fútbol se acordó de nuevo de Turquía y, en el último suspiro, Sentürk forzó, de zambombazo a la escuadra, la tanda de penaltis.

Modric el que abrió la vía de la decepción croata. Luego Rakitic. Finalmente, Rustu tocó la gloria. Se convirtió en héroe al desviar el lanzamiento de Petric. Sacando el billete para Basilea. Y Viena fue tomada de nuevo por los turcos.

Ahora el equipo de Turquía se medriá a Alemania en las semifinales y buscará engrandecer su historial futbolístico a costa de una semifinal que puede lanzarle definitivamente a la élite del fútbol mundial. No lo tendrán fácil, pero una vez más han demostrado que en un gran torneo hay que contar con ellos.