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Un notable alto. Es la nota que recibió el nuevo Mallorca tras archivar el primer compromiso serio de la pretemporada. En Wörgl, rodeado de nubes y grandes montañas, el equipo de Manzano decidió alzar la voz y demostró que en su vestuario almacena argumentos suficientes como para dormir tranquilo. No conviene aventurarse, pero tampoco hace falta encender las luces de emergencia (0-2).

El Mallorca gobernó con autoridad durante todo el primer tiempo. Mucho más serio y ordenado, el conjunto rojillo (ayer de blanco) impuso una superioridad evidente en casi todas las líneas y el Feyenoord, que se atascaba una y otra vez en la transición, sólo pudo revolverse con un disparo de Landzaat que apenas levantó polvo.

La primera gran ocasión del Mallorca pasó por Ramis, que se quedó a un centímetro de sorprender a Derley. Sin embargo, la contra tuvo un efecto letal. El propio Ramis todavía recuperaba la posición cuando Tomasson le adelantó obligándole a cometer un claro penalti, que tiró fuera Landzaat.

A partir de ese instante, el partido se transformó en un monólogo de los insulares, que empezaron a acosar con insistencia la portería neerlandesa. Trejo abrió el camino y lo completó poco después Keita. El guineano tiene velocidad, pero de momento no define.

La recompensa a la ambición la cobró en persona Juan Arango. Varela abrió una zanja por el costado derecho y su centro, que pasó entre las piernas de Keita, lo fusiló en dos tiempos Juan Arango para establecer las diferencias reales.

Martí se vistió al fin de corto y emergió en la sala de máquinas del Mallorca. Y emitiendo grandes sensaciones como director de juego.
Lo que no varió fue la autoridad bermellona, que no tardó en trasladarse al marcador cuando Arango rubricó un nuevo doblete a pase de Keita en el minuto 56. Y pudo seguir creciendo si el meta del Feyenoord no se hubiera cruzado en el camino de Martí, que se metió de lleno en la función con un enorme tiro a pierna derecha. Al final, reapareció también Pierre Webó y el Mallorca le hizo el nudo al triunfo con un equipo repleto de jugadores de la segunda unidad. A estas alturas de la película, poco más se puede pedir.