Un cetro mundial que el español de 22 años podría lograr esta semana en el Master Series de Cincinnati, en el caso de que llegue a la final del torneo estadounidense y Federer, tal y como ha ocurrido en Toronto, sea eliminado a la primera de cambio.
Una ecuación difícil, aunque factible en lo que concierne al español, que ayer se alzó con su séptimo título de la temporada, el tercero en Máster Series tras sus triunfos en Montecarlo y Hamburgo, en apenas una hora y veintisiete minutos, pese a que el manacorí no dio en ningún momento la sensación de exprimirse al máximo.
Sin embargo, la dinámica ganadora en la que se encuentra inmerso el español, que no pierde desde el pasado 7 de mayo cuando cayó ante su compatriota Juan Carlos Ferrero en la segunda ronda del Master Series de Roma, permite a Nadal ganar encuentros como el de ayer, con el freno de mano aparentemente echado.
Unos cuantos golpes ganadores, la ya habitual seguridad con el servicio y, sobre todo, su capacidad para aprovechar la más mínima ocasión -dos de dos- para romper el saque de su rival, bastaron a Nadal para adjudicarse la primera manga por 6-3 en tan sólo treinta y nueve minutos de juego.
Un suspiro en comparación con lo que pareció durar el quinto juego del segundo y definitivo set, en el que Kiefer, que buscaba sobre el cemento de Toronto su primer título desde que se impuso en el año 2000 en Hong Kong, dispuso de hasta de tres bolas de rotura sobre el saque del español.
Dificultades que lograron despertar definitivamente a Rafael Nadal, que se agarró a la pista como sólo él sabe, hasta hacer subir a su marcador un juego (3-2) que acabó definitivamente con cualquier opción de victoria del tenista alemán.
Tal y como se comprobó unos minutos más tarde, cuando Kiefer dejó escapar un 30-0 a su favor con dos dobles faltas consecutivas, que abrieron a Nadal las puertas de una nueva rotura de servicio que el español materializó en su primera oportunidad (4-2).
Un «break» que acabó por desquiciar al germano, número treinta y siete del mundo, que volvió a perder su servicio en el octavo juego (6-2) ante un Nadal que no desperdició la primera bola de partido para sumar su quinto título consecutivo de la temporada.
Veintinueve victorias consecutivas sobre la tierra de Hamburgo y Roland Garros, la hierba de Queens y Wimbledom o el cemento de Toronto, que confirman a Nadal como el mejor tenista del año 2008, una de las principales bazas del equipo español en los próximos Juegos Olímpicos de Pekín y como el futuro número uno del tenis mundial.
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