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Fernando FernándezPEKIN

La final anticipada. Los campeones del mundo ante un Dream Team que parece haber recuperado la esencia del baloncesto olímpico. Talento y rigor táctico contra físico. España y Estados Unidos, cara a cara (16:15, hora española), en el partido por el primer puesto del grupo, por definir quién parece mejor posicionado de cara al oro y el mayor test que se le puede plantear a la ÑBA. De paso, será el momento en el que Nate McMillan pueda conocer de primera mano (por si no lo tenía claro) qué puede aportar el mallorquín Rudy Fernández a los Blazers a partir de septiembre. Su futuro entrenador es ayudante de Mike Krzyzewski al frente de un grupo liderado por Kobe Bryant, y que ha logrado reunir a algunos de los grandes nombres de la liga profesional estadounidense.

Reencuentro

El reencuentro entre Pau Gasol y Kobe tiene un objetivo común, pero ahora ninguno viste la elástica de los Lakers. En juego está el honor yankee y para España, demostrar quién es el campeón del mundo y coger un billete de primera clase para los cruces. Precisamente fue en ese punto, en los pasados Juegos de Atenas, donde se produjo el último choque entre las dos mayores potencias que ofrece a día de hoy el planeta baloncesto. Entonces, Estados Unidos mostró su fiabilidad (94-102), y ahora España busca revancha. Muchos repiten y tienen en ese argumento una motivación añadida. Y es que los de Aíto le tienen tomada la medida. Ya en el Mundial de Indianápolis fueron capaces de sacarles los colores en su propio terreno (81-75), y en 2004, tuvieron que emplearse a fondo para doblegar a una España en construcción. Pese a todo, el gran precedente olímpico de este clásico nos remonta a 1984. La final de Los Àngeles no tuvo color (65-96), pero permitía a Díaz Miguel y sus muchachos firmar la que hasta 2006 era la mayor gesta del baloncesto nacional, una plata olímpica. El balance es claro a favor de Estados Unidos (4-17), pero los últimos duelos han dejado ver que las distancias ya no son lo abismales de antaño.

No llega el partido en el momento más dulce. España gana, cumple con el expediente, pero sólo ante Grecia pareció el equipo que ha enamorado estos dos últimos años. La angustia y la prórroga frente a China y el tedio ante Alemania han provocado que las dudas aparezcan, y como el de Estados Unidos no hay escenario mejor para disiparlas y propinar un golpe de mando al torneo antes de cerrar la primera fase con el trámite frente a Angola (lunes, 10:45 hora española).

Rudy se motiva ante estos partidos. La presencia de McMillan en el banquillo estadounidense es un aliciente más, pero sabe que el nivel del adversario será el que deberá alcanzar en sus próximas temporadas en la NBA. «Es un partido especial, pero para nosotros el objetivo es el mismo. Tenemos que sumar victorias para tener un buen cruce de cuartos. Será el más difícil de todos, pero tenemos ganas de jugarlo», decía el balear, quien resta importancia a la atenta mirada de McMillan desde el bando contrario. «Ahora estoy con la selección, cuando acaben los Juegos, ya hablaremos de la NBA. Creo que ya he demostrado que puedo jugar en Portland, y cuando llegue allí será cuando realmente sabré qué puedo aportar o no», prosiguió el exterior formado en Sant Josep y la Penya. Su papel ha ido ganando peso dentro de los esquemas de un Aíto que tiene fe ciega en él y Ricky Rubio, la pareja que ha hecho de nuevo grande al Joventut bajo sus órdenes. El escolta palmesano quiere una medalla, y cuanto más alto esté en el podio, mejor. Para ello, España sitúa sobre el parqué una rotación mermada por el fuerte golpe que sufrió Carlos Jiménez y por el papel secundario de Raúl López, pero que descubrió en el choque ante Alemania que Mumbrú puede hacer mucho daño desde el perímetro, y que Garbajosa empieza a entonarse.

El papel de líder está reservado a un Pau Gasol bregado en estas batallas, habituado a pegarse con estos tipos que quieren comerse el mundo. Su hermano Marc tendrá que empezar a acostumbrarse, y hoy tendrá una buena piedra de toque.

Marcar las diferencias

En días como éste, Calderón debe marcar las diferencias, y podría ser el instante de la consagración de Ricky Rubio, el revulsivo que ha hallado Aíto en el banquillo cuando el engranaje se atascaba.

La rotación y el juego de equipo de los subcampeones de Europa, de los Golden Boys de Saitama, intentarán detener al expreso norteamericano, lanzado en la senda hacia una medalla que necesitan para sanar las heridas de un pasado reciente no muy cargado de buenas noticias para su equipo nacional.

Y es que argumentos les sobran a Kobe y los suyos. Una dirección de orquesta que pone los pelos de punta (Deron Williams, Jason Kidd, Chris Paul y Dwyane Wade) halla el complemento más jugoso en el perímetro del que se adueña Kobe Bryant, con el permiso de un más maduro Michael Redd. En la pintura Carmelo Anthony y Dwight Howard darán trabajo, aunque la versatilidad de todos ellos hace a veces complicado poder asignarles un rol dentro de la pizarra de Krzyzewski, cuya credibilidad va de la mano del resultado de Estados Unidos en Pekín. Y en ese punto, España tiene mucho que decir ante una posible final anticipada que todos dan por hecha, pero para la que resta camino, y por delante, pr ejemplo, una Lituania que se ha propuesto marcar un ritmo frenético en el Grupo A, donde Argentina va a la deriva y está a años luz del equipo que se colgó el oro en Atenas, Croacia resiste y Rusia, la gran decepción, sufre para estar en cuartos, donde, ¿por qué no?, España podría cerrar otra cuenta pendiente ante Kirilenko y los suyos. Para ello, primer toca seguir haciendo historia y dar otro paso al frente hacia la medalla que esta generación reclama. Posiblemente ha llegado el momento.