Joan Llaneras celebra mirando al cielo su tercera medalla olímpica en un emotivo gesto de recuerdo a su desaparecido compañero Isaac Gálvez. Foto: JULIO MUÑOZ
17/08/08 0:00
FERNANDO FERNÀNDEZ
Cualquier adjetivo se queda corto para describir un sábado de gloria para el ciclismo balear, para el deporte español. Joan Llaneras contaba las horas para colgar la bicicleta (lo hará el martes, las disputar la americana junto a Tauler), pero quiso dejar el buen sabor de boca que sólo campeones como él saben imprimir al ciclismo en pista. Sabía que la puntuación de Pekín no era una más. Sus últimos Juegos, su última aparición estelar y un currículo de vértigo merecían un final así. Y todavía le queda la Madison para hacer más grande su leyenda. Para abrir boca, el oro en la carrera a los puntos permite a España tomar aire en el medallero y a Joan cumplir una promesa, un objetivo que le había llevado a estirar su vida deportiva. A sus 39 años, el porrerenc demostró que no hay nadie más metódico que él a la hora de plantearse objetivos. Tras ganar la plata en Atenas, ya apuntó hacia Pekín. A la capital china llegó hace apenas cuatro días. Tiempo suficiente para aclimatarse al cambio horario, al velódromo, montarse en la bicicleta que Cervélo preparó para este momento tan señalado, y demostrar quién es el que manda. Todo, pese a los problemas estomacales que ha arrastrado desde su llegada a la Villa.
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