Los españoles fueron hoy otra cosa en defensa, aunque también tenían enfrente a un rival menos potente y más fácil de sujetar. No obstante, el partido transcurría igualado, pero dos exclusiones absurdas dieron «aire» a Corea.
Que los coreanos no son ninguna potencia se nota tanto en defensa como en ataque. No son jugadores extraordinarios, pero sí son aplicados y combaten siempre. No alcanzan «el diez» pero son «un siete» en casi todo.
Los de Corea del Sur corren, fintan, esquivan dificultades y nunca se rinden. Su bravura les convierte en una china en el zapato y la china se transfiguró en piedra a medida que avanzaba la primera parte, ya que España no conseguía imponer lejanía alguna en el electrónico. Al contrario, con 8-7 (min. 20) hubo un momento en que se «atragantó» la defensa coreana.
Afortunadamente, los españoles tuvieron ayer la intensidad que faltó otros días y en ataque apareció Rocas, siempre aparece, y un Raúl Entrerrios del que ofensivamente no se tuvieron noticias hasta esta tarde (cuatro goles en la primera parte).
Los empates se sucedían. Corea hacía sus goles sin recurrir siquiera a uno de sus mejores jugadores, el central del Hamburgo Kyungshin Yoon. Sin embargo, el lateral izquierdo Paek fue un martillo para España que no puso más que un gol de por medio en esta fase. Con esa exigua ventaja se llegó al descanso (13-14).
Tampoco en la segunda parte se despegaba nadie. Un gol arriba era la frontera en la que España siempre se detenía. Era como si le faltara el salvoconducto imprescindible para pasar. Todo fue así hasta el minuto 39, cuando los españoles se pusieron 17-19. Ese era el momento clave, el de «romper» el partido ante el hundimiento defensivo del rival. Y lo fue. España ya está en semis.
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