Paul Davidson y Vicenç Grande, ayer, tras la reunión celebrada en las oficinas del ONO Estadi. Foto: M.A.BORRÀS

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La venta del Mallorca empieza a enredarse de forma desagradable. Sobre todo porque de puertas hacia fuera las versiones de una y otra parte comienzan a distanciarse. Mientras Paul Davidson asegura que el proceso circula sobre raíles y que se zanjará definitivamente en las dos próximas semanas, Grande, que no lo niega, insiste una y otra vez en que el preacuerdo al que se llegó hace poco más de un mes caducará mañana a las doce de la noche. Así las cosas, será complicado extraer algo en claro hasta que se supere la fecha límite. En otras palabras, la operación continúa totalmente encriptada.

El ONO Estadi fue el escenario del rodaje del penúltimo capítulo del culebrón. Tal y como informaba ayer este diario, Paul Davidson acudió al hogar mallorquinista para reunirse con los gestores del club y aclarar las dudas derivadas de la due diligence (auditoría) que recibió hace dos semanas. Apareció en Son Moix a las once menos diez de la mañana, a bordo de un taxi en el que viajaban también su socio Adrian Pegler y uno de sus abogados de confianza. Y lo hizo entre una expectación enorme. Pese a que el Mallorca negó la reunión hasta que el británico se asomó a sus oficinas, allí le esperaba un nutrido grupo de periodistas. Le costó encontrar la puerta de entrada y cuando lo hizo, tuvo que esperar media hora a que llegara Vicenç Grande. El propio presidente excusó después su retraso alegando un malentendido a la hora de concretar el encuentro entre ambos.

Cónclave breve
El cónclave, catalogado por Grande como una «visita de cortesía», fue breve y directo. Cincuenta minutos después de saludarse, los dos cruzaban el umbral de las oficinas y se presentaban ante los medios, aparentemente satisfechos y con la sonrisa dibujada en el rostro. Era el turno de Davidson: «Todo lo que ha dicho Grande sobre el club es verdad, todo está correcto y no ha habido sorpresas. Ahora mis abogados están finalizando el papeleo para venir la semana que viene y, si todo va bien, dentro de dos semanas, a partir de hoy, lo cerraremos del todo». El magnate inglés fue un poco más allá: «Mis abogados se pondrán en contacto con el juez (que controla el concurso de acreedores del Grup Drac) en los próximos días. Grande es el que debe aceptar todas las condiciones».

El empresario mallorquín, en cambio, aplazó en casi dos horas sus valoraciones, ya que después de reunirse con Davidson debía presidir la Junta General de Accionistas. Y fue ahí donde empezaron a surgir las dudas. El promotor no desmintió en ningún momento a su posible sucesor, pero tampoco garantizó que la operación acabe cristalizando y recordó, hasta en cuatro ocasiones, que el preacuerdo perderá validez en las próximas horas. «Nos hemos citado para la semana que viene, porque hoy (ayer) hemos hablado únicamente de cuatro cosas. El preacuerdo acaba a las doce de la noche del 31 de agosto, pero es posible que en dos semanas adquiera las acciones. ¿Por qué no?», reconocía.

Confidencial
Cuestionado sobre los detalles del encuentro, Grande conservó la base de su discurso: «En estas cosas soy muy escrupuloso y cuando hay unas cláusulas de confidencialidad hay que respetarlas. Hemos hablado de una serie de cosas que podíamos haber comentado por teléfono, pero él ha preferido venir personalmente y le he pedido disculpas por el retraso. Si Davidson dice que en dos semanas se arregla, le creo. Creo que es un hombre serio, razonable y, hasta que me demuestre lo contrario, cumplidor. Pero también he de puntualizar que el preacuerdo acaba a las doce de la noche del día 31», volvía a subrayar. Y si el plazo concluye en unas horas, ¿por qué dice Davidson que el acuerdo se sellará en quince días? Grande no llegó a aclararlo: «No estoy diciendo nada que no sepa todo el mundo. Yo creo que la operación se llevará a cabo, pero no estoy absolutamente seguro porque no depende de mí. Él tiene que mover pieza y no puedo añadir nada más. Agradezco mucho sus palabras y que me considere una persona honesta, que tenga confianza en mí. Pero hay que esperar a que pasen los acontecimientos y el tiempo dirá si sigo aquí un día, quince, un mes o quince años. Amo mucho al Mallorca y me gustaría quedarme, pero no siempre hago lo que quiero, sino lo que he de hacer. Eso si se hace la operación, porque el día 31 acaba la opción», volvía a repetir como despedida.