Tras la segunda jornada de descanso en tierras cántabras, llega el primer asalto decisivo. Los Pirineos no aclararon nada, si acaso que Contador se mostró como el más fuerte sin alardes y con ventajas pírricas. Valverde, antes del ya famoso despiste en el Alto del Caracol, y Carlos Sastre salieron indemnes de La Rabassa y Pla de Beret. Tampoco desentonaron Mosquera, Antón y Dani Moreno.
El navarro Egoi Martínez portará el jersey oro de la general hasta la cima. Los más próximos en la carrera sucesoria son el estadounidense Levi Leipheimer, separado por 11 segundos y los españoles Alberto Contador, tercero a 29, Carlos Sastre a 1.38 minutos. Entre ellos andará el juego, con Ezequiel Mosquera e Igor Antón a 2.10 y 2.23 respectivamente.
El día de gala de la presente edición es «el del Angliru», el «Mortirolo español», un puerto comparable con la no menos mítica cima italiana, donde el ciclismo, dicen, se hace inhumano. La jornada tendrá como «aperitivo» tres puertos de primera: el Alto de Arnicio, La Colladona y el Cordal.
El Angliru será el final de la etapa 13, a buen seguro el número de la suerte para unos pocos elegidos y el del descalabro para la mayoría. En cualquier caso un suplicio de 12'5 kilómetros de ascenso, con pendientes máximas del 23'5 por ciento y un total de 1.255 metros de desnivel hasta alcanzar 1.570 de altitud, donde el aire da esquinazo a los pulmones del corredor.
Considerado como uno de los puertos más duros del ciclismo mundial junto al citado Mortirolo y el Zoncolan, también en Italia, empezó a escribir su historia en la Vuelta en 1999, cuando el inolvidable Chaba Jiménez tuvo el honor de estrenar la cima tras aparecer en medio de la niebla, como por arte de magia, y adelantar al ruso Pavel Tonkov en los metros finales.
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