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Guillermo Ortego El Atlètic Balears no pasó del empate sin goles ante el Alzira y aunque seguirá como colista una jornada más, las sensaciones que desprende el equipo de Cazorla invitan al optimismo. Ayer dominó el partido de principio a fin, transmitió una mayor confianza en su juego y sólo le faltó la esencia de este deporte, el gol, algo que se cotiza muy alto en esta categoría. Además la suerte empieza a sonreír al equipo. Ayer, en la única acción en la que pudo peligrar el marco local, una pena máxima a favor del equipo azulgrana, la fortuna se alió con los blanquiazules y Emilio desbarató en dos tiempos el peligro. La mala noticia fue sin duda la lesión de Rodri, que tuvo que retirarse del terreno de juego a los treinta minutos de juego. Al defensa se le quedó la pierna atrás en un lance y podría tener afectada la rodilla.

El choque en sí no fue brillante. El conjunto blanquiazul llevó el peso del partido y la iniciativa pero no dispuso de ocasiones claras de gol. La más peligrosa una anticipación de Aarón Bueno tras una mala salida del guardameta visitante Paco aunque su posterior disparo, muy escorado en la banda, lo sacó la defensa bajo palos. Los levantinos por su parte vinieron a encerrarse atrás y renunciaron al ataque, creando peligro en contadas ocasiones, especialmente con las incursiones de un activo Alexandre por la izquierda. Precisamente en una acción del atacante del Alzira por su banda, en la prolongación del primer acto, acabó en derribo de Viale dentro del área, acción muy protestada por la parroquia local. Pero la suerte que le ha faltado al equipo mallorquín en los últimos partidos, ayer se alió con Emilio, que acertó el lanzamiento de Cabarcos.