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Patricia Rodríguez|LIVERPOOL
Un gol de penalti muy dudoso y protestado por el Atlético de Madrid que anotó el capitán de los «red», Steven Gerrard en el tiempo de descuento, privó ayer en Anfield al equipo madrileño del que hubiese sido un merecido triunfo, tras un buen partido, bien planteado por los rojiblancos.

Este resultado deja muy cerca de los octavos de final de la competición a los dos equipos.
Con un telón de fondo de lujo y con un ambiente para cortar la respiración, el conjunto de Aguirre comenzó su cita en uno de los templos del fútbol con una apuesta con muchos riesgos al dejar a Sergio Agüero en el banquillo, una decisión cuestionable que le costó los pitidos de la hinchada rojiblanca. El marcador final probó, pese a todo, que al mexicano, la jugada le salió bien.

Por su parte, la gran incógnita de la noche, en el cuartel «red», quedaba despejada. Fernando Torres no estaba listo. El atacante español se quedaba finalmente fuera de la convocatoria de Rafael Benítez, privando a la afición de un regreso que hubiera sido emocional para el «Niño», en la grada como mero observador. Y ayer sus seguidores le echaron de menos.

A los quince minutos el Liverpool empezó a avisar. Lo hizo con un pase de Xabi Alonso al irlandés Robbie Keane en una pelota que pudo haber hecho daño a los colchoneros. Fue una fisura de la defensa visitante, que por lo demás se mostró sólida en la zaga.

Un encadenamiento de pases entre Mascherano, Kuyt y Gerrard, hizo saltar las alarmas en la zaga «rojiblanca». El «Atleti» se salvaba entonces y el portugués Simao Sabrosa subía hasta los feudos de Pepe Reina para apretar la red del meta español del Liverpool. No atinó.

Steven Gerrard, el flamante capitán del conjunto anfitrión, en plena forma liderando, templando, controlando desde el centro, Kuyt corriendo por todas partes sin perder de vista a Xabi Alonso, un jugador cada vez más imprescindible para su entrenador.