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Roberto Morales|GETAFE
El Getafe devolvió al Madrid a su realidad, condicionado por las bajas, las nuevas lesiones y el momento bajo de Casillas, en la cuarta derrota de la temporada que fulmina la polémica prima.

Dos victorias consecutivas del Real Madrid dejando su portería a cero quedaron en mero espejismo cuando Licht vio el desmarque de Gavilán para poner un centro medido a la cabeza de Albín.

El ímpetu le bastó a un Getafe corto de fútbol, para volver a poner en la cuerda floja al Real Madrid, que recuperaba errores del pasado. Se olvidaba de la presión y su juego no alcanzaba la continuidad necesaria perjudicado por las lesiones. Cuenta el equipo blanco cada partido por las víctimas que van cayendo a su enfermería. Sin siete titulares habituales, vio como en la primera mitad Sneijder y Torres sufrían percances musculares. Sólo el ímpetu de Drenthe tiró del Real Madrid. Lo intentó por las dos bandas, buscando remates de Saviola y Raúl.

Con Granero desaparecido, la brillantez del Getafe dependía de la calidad entre líneas de Albín. No evitó que su equipo sestease
Nacía la segunda parte sin Sneijder y con la necesidad del Real Madrid de recuperar la calidad de Guti el día de su partido 500 de blanco. Con los nervios defensivos representados en Sergio Ramos, tan inconsistente como su equipo.

Sin aprender de sus errores en el bando madridista, el Getafe repitió el guión. A los dos minutos nuevo zarpazo de Albín aprovechando la descolocación defensiva en una contra y el regalo de Casillas. El portero intuyó el pase atrás, descuidó su palo y no lo desaprovechó el uruguayo.

Tocaba tirar de casta a un Madrid sin banda derecha, que acudió a la movilidad de Drenthe para comenzar a arrinconar a su rival, parapetado lanzando contras. Perdonaron Raúl y Saviola, que terminó aprovechando su oportunidad.

Cuando todo indicaba a que la reacción del Real Madrid le llevarían a la remontada en la media hora final, ocurrió todo lo contrario. Se descompuso. Fue víctima de sus errores y acabó sonrojado ante el toque del Getafe y los 'olés' de la grada., además de la puntilla de Uche.