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Albert Orfila / Carlos Montes de Oca

El Mallorca echó el pasado domingo el candado al terreno de juego, pero la puerta de los despachos sigue abierta. El paso interino de Joaquín García en la presidencia de la SAD balear, en sustitución de su jefe Vicenç Grande, puede prolongarse más de lo previsto. De hecho, todos los caminos apuntan a que la permanencia del director general del Grup Drac al mando de la entidad se puede alargar hasta la finalización de la presente temporada. Sería un capítulo más en el culebrón protagonizado por una sociedad que atraviesa una de las peores crisis institucionales de su historia reciente.

A pesar de que la despedida de año dejó una sensación dulce por el empate cosechado ante el Sevilla, un punto que le permitió al equipo cerrar 2008 fuera de las plazas de descenso, las contradicciones se amontonan en el club balear.

Por un lado, el escenario deportivo actual no invita a pensar en la aparición de un comprador potencial hasta que concluya el curso. Es lógico pensar que ningún empresario pujará por las acciones en poder de Vicenç Grande hasta que la situación del primer equipo se clarifique. Obviamente, el panorama cambia drásticamente si el Mallorca mantiene la categoría o, por el contrario, desciende a Segunda División. Sólo la irrupción, hoy por hoy improbable, de la facción mallorquina podría alterar esta situación.

Otra opción que pierde fuerza afecta directamente a Mateu Alemany. Sus relaciones con Vicenç Grande se enfriaron la semana pasada a raíz del caso Ramonell y la situación se antoja como una misión casi imposible. Cabe recordar que el máximo accionista se negaba a dar el derecho político de sus acciones y tampoco aceptó una prórroga de 36 horas que le solicitó Alemany para tomar una decisión. Entonces, el máximo accionista respondió con el nombramiento de Joan Antoni Ramonell, que fue rechazado por los administradores.

Pese a todo, desde el entorno de la entidad dan por hecho que Mateu Alemany está buscando un comprador. Que está recurriendo a sus contactos para tratar de encontrar al mejor accionista mayoritario posible. Sin embargo, el que fuera presidente del Mallorca durante un lustro (2000-05) desmiente con rotundidad trabajar para el club. Desmiente la idea generalizada que se ha instalado en el mallorquinismo. Otro detalle que no invita a pensar en positivo es que Joaquín García ni siquiera se ha puesto en contacto con él para interesarse por el estado de sus negociaciones...

Este desbarajuste institucional desembocará el próximo 30 de enero en la Junta General de Accionistas. Si todo sigue el curso actual, es decir que no aparezca ningún comprador, se prevé que la junta regularice la situación del consejo de administración y ratifique a Joaquín García en el cargo hasta final de la presente temporada.

Caber recordar que, hoy por hoy, el Real Mallorca SAD sólo tiene cuatro consejeros (Joaquín García, Víctor Grande, Maria Elena Ordina y José Miguel García) cuando los estatutos de la entidad fijan un mínimo de 7 y un máximo de 25. Después de las dimisiones de Miquel Lladó -el pasado mes de octubre- y de Miquel Vaquer y Vicenç Grande la semana pasada, el número de consejeros se ha reducido a -3, una situación irregular que deberá recomponerse en la Junta General de Accionistas.