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Fernando Fernández Ganar era lo único que valía y el Bàsquet Mallorca hizo los deberes. Pero se quedó a medias el cinco de Xavi Sastre, que aparta de su camino hacia la salvación a un triste y desquiciado Rosalía que ya se queda a seis triunfos (89-85), pero no sabe apuntillar a un adversario que hasta el último suspiro dio la cara, aunque ofreció todo un catálogo de despropósitos que explican su triste posición en la tabla (1-15).

El resultado final fue la consecuencia de un último parcial en el que los isleños pasaron el rodillo tras una salida apabullante (79-61), pero el desplome de un Mallorca sustentado en una intensiva defensa y en el acierto desde la línea de tiros libres de Riera (8 de 8) y Tiedeman (5 de 5) hizo que una renta que remataba a los gallegos y permitía poder sellar el doble objetivo de triunfo y average se evaporara por fases, metiendo en el choque al Rosalía en un minuto final que fue todo un dolor de cabeza para el cinco naranja, que transformó en gris el triunfo más necesario para dar otro paso más hacia la permanencia. Ya van siete victorias y llegan los 'grandes', pero el Mallorca ha sabido confeccionar un colchón para soportar el instante más accidentado del curso regular.

Se aplicó en defensa del grupo de Xavi Sastre, que echó de menos a un Keep fuera del partido y lejos de sus mejores números. Eso provocó que Tiedeman, Blair, Orfila y Alzamora tuvieran que emplearse a fondo para detener a Montañana y Harding. Eso, sin contar con un Taylor que iba a lo suyo, a hacer sus números, y dio más de un susto desde el perímetro. Le costó entrar en el partido al Mallorca. Resistió el Rosalía al primer parcial (21-20), pero los triples de Pampín y Biviá abrieron una brecha (30-24) que se convirtió en hemorragia con el paso de los minutos. Los locales respondían desde más allá de 6'25 al descaro de un rival que se lo jugaba todo, pero fue con el inicio del tramo decisivo cuando los santiagueses se desangraron. Pampín se adornaba con un triple y un tapón a Taylor; Biviá y Alzamora se unían a la fiesta y Blanch hizo el resto recuperando un balón. En poco más de dos minutos, el Mallorca tocaba techo, estaba dieciocho arriba. El herido orgullo de un Rosalía en ocasiones impotente no bastaba para dar la vuelta al electrónico, pero sí para meter miedo. Tarde. La victoria se quedaba en casa.