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Miquel Alzamora Mallorca tiene el privilegio de haber dado al tenis dos de los mejores deportistas de la raqueta de los que España puede enorgullecerse: Carlos Moyà y Rafael Nadal. El de Manacor jugará hoy la final del Abierto de Australia, una experiencia que vivió hace doce años su compañero Moyà.

El palmesano marcó el camino, se coronó en el panorama mediático y empezó a consagrarse como uno de los tenistas de referencia en España y en Europa. Moyà abrió el fuego, llegó a la final hace doce años como él dice «tras haber ganado dos torneos menores» y plantándose en un cara a cara contra Pete Sampras, por aquellos momentos el mejor de la historia y un tenista imbatible. No se trata de hablar de Moyà en pasado, hay que seguir haciéndolo en presente porque 'Charly' sigue en el circuito, continúa dando golpes de calidad y espera seguir sacando lustre a las pistas hasta que el cuerpo aguante. «Yo sigo aquí, ha pasado mucho tiempo, parece que fue ayer, pero no lo es, estoy contento de lo que he conseguido estos doce años y ahora estoy intentando disfrutar de lo que son mis últimos años, temporadas, meses o lo que sea, intentando disfrutarlo y mirar atrás y orgulloso de lo que he conseguido», dijo Moyà en declaraciones al programa 'El Larguero' de la Cadena Ser. Nadal llega a la final siendo número uno y habiendo disputado ya siete finales de Grand Slam. No son las mismas circunstancias en las que llegó Carlos. Él también disputó la final siendo muy joven y dando a conocerse al mundo a golpe de victorias, mostrándose como lo que siempre ha sido más allá de trofeos o derrotas, un tenista con mucho estilo, con una calidad enorme y que ha engrandecido con su trayectoria, la historia del deporte en España y en especial en Balears.

Fue número 1 del mundo, ganó Roland Garros y escribió su nombre en la ensaladera de la Davis y todo empezó hace doce años coronándose como una de las grandes revelaciones que ha dado el Abierto australiano. «Los dos -refiriéndose a Nadal y a él- hemos llegado a la final en momentos diferentes de nuestra carrera. En mi caso se trataba de mi primera final, había ganado dos torneos menores en mi carrera, estaba fuera de los 20 mejores del mundo y además jugaba contra Pete Sampras que era el mejor de la historia, fue un premio para mí. Rafa llega ya siendo número uno y habiendo disputado hasta siete finales, conociéndolo, todo lo que sea ser subcampeón no le vale, no es ningún premio para él», reflexionaba Moyà.

El tenista de Palma guarda un gran recuerdo de su participación en el Open de Australia porque supuso el arranque de su carrera en la élite mundial. Esa madrugada del sábado al domingo el Mallorca venía de jugar de Móstoles y a eso de las tres de la madrugada Carlos empezaba a pelotear sobre la pista central del Rod Laver Arena. Se despidió con un «hasta luego Lucas». Fue la anécdota simpática, pero en esos momentos empezó a forjarse un camino repleto de éxitos, también de sinsabores, como es lógico en el deporte profesional. Sin embargo, Carlos sentó hace doce años el principio de su carrera. Ahora, más de una década después, sigue siendo un 'clásico' en el circuito, un tenista respetado y admirado, un hombre que hace doce años tuvo a la Isla y al país pendiente de la TV. Hoy le toca a Nadal.