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Efe|MADRID
Abel Resino, que ayer fue presentado como nuevo entrenador del Atlético de Madrid, ha firmado por lo que resta de temporada con el conjunto rojiblanco, en un contrato en el que no se ha incluido ninguna cláusula de renovación automática del técnico por entrar en puestos de Liga de Campeones, según confirmó él mismo. El entrenador, que llega en sustitución del mexicano Javier Aguirre, afronta el reto de meter al equipo en Liga de Campeones esta campaña, en la que el conjunto madrileño es séptimo, a cinco puntos de la cuarta plaza a falta de 17 jornadas de Liga. Es su regreso al Atlético cuatro años después de su salida, cuando era segundo técnico de César Ferrando, en la campaña 2004-05. Desde entonces, ha dirigido al Ciudad de Murcia, con el que acarició el ascenso a Primera; el Levante, con el que logró la permanencia en 2006-07 y fue destituido en noviembre de 2007; y actualmente al Castellón, con el que es sexto en Segunda División. Abel, de 49 años, fue también portero del Atlético de Madrid desde 1987 hasta 1995. En total jugó 243 encuentros con el equipo rojiblanco, con el que logró el récord de imbatibilidad de Primera División al mantener su portería a cero durante catorce jornadas y un total de 1.275 minutos en la campaña 1990-91. Abel afirmó que es un «gran honor» poder cumplir su «sueño» de dirigir al conjunto rojiblanco, su club «de corazón» y que, «por lógica, historia y plantilla», debe estar siempre entre los cuatro primeros de la clasificación de Liga. El técnico tuvo palabras de agradecimiento para el Castellón «por la gentileza» que ha tenido para poder volver a su «casa», comenzó su presentación destacando «el gran honor» que supone para él entrenar al Atlético. «Estoy muy contento de poder cumplir un sueño que para mí era muy importante. He hecho un periplo muy grande aquí y sólo me faltaba cumplir este sueño tan grande como es poder entrenar al primer equipo del Atlético de Madrid», aseguró el técnico, que tendrá a Santi Denia como segundo y a Miguel Peiró como preparador físico.

El mexicano Javier Aguirre reconoció que «siempre hay dolor» en una destitución, pero añadió que se va con la «conciencia tranquila» y con «orgullo» de haber formado parte de un «grandísimo club», y admitió que en diciembre no se hubiera «imaginado esta escena. Dolor siempre hay, porque hay ruptura, aunque no sea traumático, porque estamos entre caballeros y el trato de Cerezo fue exquisito en la contratación y en el acuerdo mutuo de finalización. Hay dolor, pero hablando a la cara con la gente, con los jugadores, con los medios, también me voy con la conciencia tranquila, que de alguna manera no hice bien mi trabajo, no cumplí hasta el final como hubiera querido, pero me voy como la gente decente tratando con caballeros», valoró en la sala de prensa del Vicente Calderón en su adiós a la entidad.