Quizás hay vida, pero el Mallorca se ahoga. Pelea el equipo de Manzano por desalojar el lúgubre paraje en el que habita desde hace un buen puñado de semanas, pero su fútbol apenas le alcanza para sacar algún harón. Si la competición ofrece oportunidades de enmienda a casi todos, la escuadra balear las está despilfarrando. La enésima final del curso acabó de mala manera "como casi todas las anteriores" y extendió una sensación de abatimiento general. El Mallorca firmó tablas con el Deportivo (1-1), pero la insuficiencia del botín dejó olor a leño quemado.
La función fue gris, exclusivamente adornada a cuenta gotas con algunos detalles de Jurado, un futbolista capital para la organización del juego ofensivo del Mallorca. Es tan elevada la influencia que ejerce el centrocampista gaditano sobre los movimientos de ataque de su equipo, que si no toma contacto con el balón los apagones son continuos. Sin Jurado, la nada.
Paradójicamente, el andaluz apenas intervino en la acción que adelantó al Mallorca en el marcador. Quizás porque no fue una jugada elaborada. Tiró Corrales un centro al área, Adúriz metió la testa con fe y las manos blandas de Aranzubia hicieron el resto (minuto 55). Antes de encontrar petróleo en el desierto, la escuadra balear se limitó a apretar los dientes y difundir su falta de recursos, acentuada quizás por el decrépito estado de forma de sus jugadores de banda "Fernando Varela y Juan Arango" y la extrema vocación defensiva de sus pivotes. La suma de factores es altamente lesiva para el Mallorca, que además cuenta con un lateral "Corrales" que hace de todo menos defender.
La involución de este futbolista también es una exageración. En circunstancias normales, ayer hubiera perdido la titularidad, pero la referencia de Arango "otro jugador improductivo pero con cartel de intocable" juega a su favor.
Corrales no está para retos de cierta envergadura. Al margen de su absurda expulsión (minuto 81), cuesta recordar si hizo algo bien ante el Deportivo. A diferencia de Arango, su problema no es de actitud, pero si de las prestaciones que ofrece en uno de los flancos de la zaga. Corre hacia arriba, pero pocas veces se acuerda de bajar.
Una potente volea de Scaloni al cuarto de hora de partido y una acción individual de Jurado, cuyo disparo final "colocado pero suave" Aranzubía acabó despejando a corner, resumen casi todos los méritos que contrajo el Mallorca durante el primer tiempo. No hubo más. El Deportivo, disciplinado y ordenado, buscaba a Riki, que en Son Moix se mostró más torpe de lo habitual. El atacante zurdo puso en apuros a Aouate en un par de ocasiones, especialmente tras una jugada en la que ganó la espalda a Nunes, pero el portero siempre salió ganador.
El gol que cazó Aduriz en el nacimiento del segundo acto cambió sustancialmente el guión del partido. El Dépor, que hasta este momento se había sentido extremadamente cómodo, se vió desplazado. El Mallorca había encontrado una gruta de acceso por la derecha, justo en el lado que vigilaba Adrián López, pero nunca acabó de explotarlo. Con el viento a favor, la escuadra balear exhibió su mejor repertorio. Primero Arango y después Navarro, que lanzó el esférico al travesaño tras un mal rechace de la defensa visitante, administraron dos buenas oportunidades para echar el cerrojo al partido, pero unos pocos centímetros les dejaron sin premio. La efervescencia bermellona desapareció de forma instantánea en plena recta final. Una internada de Lassad forzó el despeje de Nunes y el árbitro creyó ver penalti. Verdú, con tacto, suscribió el empate.
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