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El día en el que la Challenge despidió de manera definitiva a Joan Llaneras, el irrepetible pistard de Porreres fue testigo de la insultante exhibición de los dos llegadores del Katusha y del recital de ambición mostrada por un Lluís Mas que en el día de su debut como profesional dejó muestras de su ambición sobre el trazado del Passeig Marítim y las Avingudes 116 kilómetros). El día empezó bien. La meteorología respetó al pelotón tras un fin de semana agitado, y la emotiva vuelta de honor de un Joan Llaneras servían de aperitivo a una etapa con desenlace esperado, pero muchas sorpresas por delante.

Algún valiente intentaba romper la tregua en el gran grupo, que rodaba a ritmo y más preocupado de comentar las incidencias de un largo invierno que en ponerse las pilas. Hasta que Rosendo (Andalucía-Cajasur), Fernández (Xacobeo), Kurth (Kuota Indeland), Sicard (Orbea), Vera (Contentpolis), Van Zandbeek (Van Vliet) y el mallorquín Lluís Mas (Burgos Monumental) se activaron pasado el kilómetro 41 y no encontraron oposición. El saliner se permitió incluso la licencia de liderar provisionalmente los sprints especiales, al tiempo que la diferencia iba creciendo. La máxima de 1:35 (kilómetro 50) marcó un hito que fue decreciendo desde ese preciso instante.

Por el cansancio de los protagonistas de la fuga, y por la puesta en marcha de las alarmas en el pelotón. Mas y compañía levantaron el pie del acelerador, aunque Sicard y Van Zandbeek se resistieron a contemplar cómo su sueño se evaporaba.

Poco más duro la alegría, pues en el kilómetro 100, la carrera se agrupaba. Por entonces, se confirmaba el adiós de Iván Raña (Xacobeo Galicia) y comenzaba a cocinarse la llegada en masa.

Después de que Liquigas, Katusha, Rabobank y compañía empezaran a abonar el terreno para sus llegadores (Steegmans, McEwen, Brown o Bennati), la etapa adquirió mayores tintes de emoción a la vez que los velocímetros disparaban su ritmo de trabajo.

En esas, la vuelta decisiva fue un constante ejercicio de vigilancia de aventureros del calado del último ganador. Nadie quería que el caso de Gilbert se repitiera. Y así fue. Tardó en desatarse la tormenta, pero pronto quedó claro que entre Geert Steegmans y Robbie McEwen iban a brindar al Katusha ruso la primera victoria en suelo español. El belga se llevó la gloria con el beneplácito del australiano y ante la impotene mirada de José Joaquín Rojas (Caisse d'Epargne) y Graeme Brown (Rabobank). Vicenç Reynés, décimo, lo probó y Toni Colom se descolgaba, cediendo quince anecdóticos segundos.