La 'doble A' del Mallorca ha empezado a resolver el jeroglífico de la permanencia. Instalados en los extremos de la pizarra de Manzano, Aouate y Aduriz, Aduriz y Aouate, se han convertido en el mejor aval de un grupo que vuelve a acercarse a la zona templada de la clasificación. Si el israelí le ha dado al equipo la seguridad que necesitaba en su propia área, el donostiarra se ha especializado en afilar la propuesta de los baleares frente la portería contraria. Entre uno y otro salvaron la bola de partido que se jugaba en Los Pajaritos y encendieron la luz de un vestuario que llevaba varios meses a oscuras.
A excepción de las apariciones puntuales de José Manuel Jurado, el Mallorca había echado en falta la presencia de jugadores desequilibrantes sobre el terreno de juego. Y en Soria los encontró. Sin hacer demasiado ruido, el cuadro bermellón hirió de gravedad al Numancia en su fortaleza y trepó dos posiciones en la tabla para situarse a la misma altura que el Osasuna, a las puertas de la salvación.
Es verdad que tanto uno como otro llevan poco tiempo vestidos de rojo, pero nadie puede negarles su entrega y compromiso. Sobre todo a Aduriz. El punta vasco aterrizó a finales del pasado verano como el fichaje estrella del club, el hombre que tenía que llenar el enorme vacío dejado por Güiza tras su marcha al Fenerbahce turco. El Mallorca se embarcó en unos de los mayores traspasos de su historia (pagó 6 millones de euros al Athletic) y provocó un terremoto en Lezama, donde su antigua afición no comprendía la venta. Debutó sobre la marcha en Mestalla (30 de agosto) y una jornada después probó su munición en casa ante el Osasuna. A partir de ahí, sufrió varios encuentros de sequía. En la mayoría de ellos le tocó vivir solo en el área rival o bajar hasta el centro del campo para tener contacto con el balón, aunque nunca redujo la marcha. Caracterizado por pelear de forma incansable ante las defensas rivales, se reencontró con el gol a costa del Espanyol (26 de octubre) y empezó a moldear unos dígitos desconocidos para él en Primera. De hecho, su techo en la máxima categoría son los nueve tantos que selló en San Mamés la temporada 2006-07. Si en Palma mantiene el ritmo que ha impuesto, en breve habrá rebasado esa marca. De momento, el domingo inauguró ante el Numancia su conexión con Juan Arango y le hizo un nudo a tres puntos de diamante.
Aouate, por su parte, acumula sólo seis actuaciones como mallorquinista, suficientes para cerrar la herida por la que se estaba desangrando el equipo. La baja de Miquel Àngel Moyà había trasladado a Lux la responsabilidad de mantener la portería a cubierto y al argentino le faltó la suerte necesaria para hacerlo.
Viendo que la recuperación de Moyà iba a aplazarse más de lo previsto, la dirección deportiva del Mallorca apostó por Aouate, que se había quedado sin sitio en el Deportivo después de su desagradable incidente con Munúa de la temporada pasada. Cogió el testigo de Lux con motivo de la visita del Madrid (11 de enero) y pese a recibir tres tantos, no se vino abajo. Su rendimiento ha ido a más en los cinco exámenes a los que se ha presentado posteriormente y ha alcanzado lo que parecía imposible hace un mes: contagiar su firmeza a la defensa. El domingo, en Los Pajaritos, abortó los mejores ataques del cuadro soriano y permitió que el equipo alzara el vuelo. Y al margen de eso, se ha consolidado como el meta titular y ha apagado, de forma definitiva, el debate de la portería.
La solidez del israelí y la capacidad de sacrificio de Aduriz han inundado de optimismo el horizonte bermellón. Aunque para que el idilio tenga efecto deberá alargarse ante el Racing, en un partido muy especial para ambos. En el caso del portero, se medirá al club que le abrió las puertas del fútbol español. El delantero, por su parte, se enfrentará al que fue uno de sus grandes rivales durante su etapa en el Athletic.
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