TW
0

Javier Giraldo|BARCELONA
Dos goles de un ex barcelonista, Iván de la Peña, desquiciaron al Barcelona en un derbi de alto voltaje que permitió al Espanyol apuntarse una victoria histórica frente a un líder aturdido, que bajó los brazos por primera vez desde la primera jornada.

El derbi rompió todas las estadísticas y acabó con los pronósticos. 42 puntos separaban a ambos equipos, líder y colista. 23 partidos sumaba el Barca sin perder, 14 el Espanyol sin ganar. Las cifras quedaron sepultadas bajo la intensidad de un choque apasionante que rescató el aroma de las viejas rivalidades ciudadanas y que premió a toda una generación de aficionados pericos: 27 años llevaba el Espanyol sin ganar en el Camp Nou.

Atascado y falto de ritmo, el Barcelona recibió la primera señal negativa antes de la media hora de juego. Abidal se lesionó de cierta gravedad. Le sustituyó Puyol, pero su equipo siguió sin encontrar la tecla, chocando una y otra vez contra un muro.

El equipo de Guardiola se quedó con un jugador menos antes del descanso en una acción muy protestada de Keita a Moisés Hurtado. La expulsión cambió el guión y encendió el partido. La grada del Camp Nou sacó el pañuelo, indignada con el árbitro mientras en Chamartín, el Madrid se hartaba de goles ante el Betis. El Barcelona quedó aturdido, sin ancla en el centro del campo, roto por la mitad y a merced de un colista crecido, que ganó terreno y comenzó a gobernar el partido.

Un ex barcelonista, De la Peña, acabó por desquiciar definitivamente al equipo azulgrana. En cinco minutos, firmó dos goles. Desde 1996 no marcaba dos tantos en un partido. Escogió un escenario inmejorable. Primero remató de cabeza, en la misma línea de gol, un buen servicio de Nené, que bailó con Piqué y Márquez en la línea de fondo. Después, el regalo fue de Valdés. El portero del Barca recibió una sencilla cesión de Piqué, pero se complicó la vida de mala manera entregándole el cuero a De la Peña, que lo picó suavemente. Touré recortó después, pero ya era tarde.