Jurado, con los brazos levantados, festeja su decisivo gol.

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Carlos Román
Seguramente no pasará a la historia, pero si el Mallorca renueva el visado para seguir en Primera su afición recordará la victoria ante el Racing con una sonrisa. Acostumbrado a chocar contra las circunstancias en todos los cruces del calendario, el equipo balear salvó el pellejo en el epílogo y evitó que el tren de la permanencia volviera a largarse. Como en las grandes películas, se dedicó a alimentar el drama durante el nudo y dejó la alegría para el final. Hasta entonces, ni el hecho de jugar cuarenta minutos con un hombre más había sido suficiente para quebrar la función y dar un golpe sobre la mesa. Pero apareció Velasco Carballo. El madrileño y su asistente Enrique Andrés descubrieron uno de esos penaltis que casi siempre pasan desapercibidos y le concedió una última oportunidad al ejército de Manzano. Jurado, envuelto por el silencio de un estadio que contenía la respiración, tampoco la aprovechó. Sin embargo, quedaba otro resquicio por el que colarse. El balón regresó a sus pies tras rebotar en los guantes de Toño y el gaditano sólo tuvo que empujarla. Taquicardia, victoria y tres puntos para mantener el equilibrio (1-0).

Para distinguirse y marcar el territorio, el Mallorca compareció antes que el Racing y redactó las mejores líneas del partido durante el primer cuarto de hora. Espoleado por el público y la buena sintonía de sus atacantes, el conjunto rojillo vació el cargador sobre la portería cántabra. Entre Jurado, Aduriz y Arango cosieron hasta cuatro ocasiones cargadas de cianuro, aunque forzaron también una de las mejores actuaciones de Toño en la Liga. El meta alicantino se desplegó en varias ocasiones para cubrir completamente el marco y redujo, de forma notable, la paciencia de los locales.

En cualquier caso, el Mallorca siguió conservando la vara de mando hasta el minuto 27. Aoaute iba a montar una nueva ofensiva rojilla cuando el colegiado apreció que había rebasado unos centímetros la línea del área. No lo dudó. Señaló un libre indirecto sobre la misma raya y cuando aún se escuchaban los ecos de las protestas, Garay avisó con un misil que lamió el palo derecho mallorquinista. Eso fue suficiente para que los de Manzano perdieran el norte y se marcharan un buen rato del partido. Lo demostró Jonathan Pereira, que justo después malgastó un mano a mano ante Aouate que pudo haber sido terrorífico.

El segundo tiempo amaneció con un disparo flojo de Arango y el Racing apretando. El Mallorca seguía desconcertado y en una nube, pendiente de algún estímulo que le devolviera la fuerza. Se lo proporcionó Velasco Carballo, que expulsó a Ezequiel Garay después de que éste decidiera forcejear con Aduriz siendo el último defensa racinguista. En teoría, la expulsión iba a allanarle el camino al once bermellón, pero sucedió todo lo contrario. El equipo estaba enmarañado y los santanderinos, a pecho descubierto, llegaron a incluso a estrellar un balón contra el poste gracias a un cabezazo de Munitis (minuto 54).

La perspectiva no cambió hasta que Manzano empezó a remover el banquillo. Primero retiró a Arango (arrstraba un golpe) para darle minutos a Webó, pero viendo que no conseguía nada (el camerunés desperdició la mejor oportunidad del segundo tiempo) siguió buscando. Entonces entraron en escena Castro y Keita, que aparcieron para darle al Mallorca el achuchón que necesitaba. El Chori reventó el ala izquierda y la velocidad del africano puso boca abajo al grupo de Muñiz, en el que ya escaseaba el combustible. Entre uno y otro forzaron una batería de saques de esquina y rebañaron el partido a base de empujones y disputas. Quizá no fuera el partido ideal, pero se cerró con el desenlace perfecto.

Seguramente no pasará a la historia, pero si el Mallorca renueva el visado para seguir en Primera su afición recordará la victoria ante el Racing con una sonrisa. Acostumbrado a chocar contra las circunstancias en todos los cruces del calendario, el equipo balear salvó el pellejo en el epílogo y evitó que el tren de la permanencia volviera a largarse. Como en las grandes películas, se dedicó a alimentar el drama durante el nudo y dejó la alegría para el final. Hasta entonces, ni el hecho de jugar cuarenta minutos con un hombre más había sido suficiente para quebrar la función y dar un golpe sobre la mesa. Pero apareció Velasco Carballo. El madrileño y su asistente Enrique Andrés descubrieron uno de esos penaltis que casi siempre pasan desapercibidos y le concedió una última oportunidad al ejército de Manzano. Jurado, envuelto por el silencio de un estadio que contenía la respiración, tampoco la aprovechó. Sin embargo, quedaba otro resquicio por el que colarse. El balón regresó a sus pies tras rebotar en los guantes de Toño y el gaditano sólo tuvo que empujarla. Taquicardia, victoria y tres puntos para mantener el equilibrio (1-0).

Para distinguirse y marcar el territorio, el Mallorca compareció antes que el Racing y redactó las mejores líneas del partido durante el primer cuarto de hora. Espoleado por el público y la buena sintonía de sus atacantes, el conjunto rojillo vació el cargador sobre la portería cántabra. Entre Jurado, Aduriz y Arango cosieron hasta cuatro ocasiones cargadas de cianuro, aunque forzaron también una de las mejores actuaciones de Toño en la Liga. El meta alicantino se desplegó en varias ocasiones para cubrir completamente el marco y redujo, de forma notable, la paciencia de los locales.

En cualquier caso, el Mallorca siguió conservando la vara de mando hasta el minuto 27. Aoaute iba a montar una nueva ofensiva rojilla cuando el colegiado apreció que había rebasado unos centímetros la línea del área. No lo dudó. Señaló un libre indirecto sobre la misma raya y cuando aún se escuchaban los ecos de las protestas, Garay avisó con un misil que lamió el palo derecho mallorquinista. Eso fue suficiente para que los de Manzano perdieran el norte y se marcharan un buen rato del partido. Lo demostró Jonathan Pereira, que justo después malgastó un mano a mano ante Aouate que pudo haber sido terrorífico.

El segundo tiempo amaneció con un disparo flojo de Arango y el Racing apretando. El Mallorca seguía desconcertado y en una nube, pendiente de algún estímulo que le devolviera la fuerza. Se lo proporcionó Velasco Carballo, que expulsó a Ezequiel Garay después de que éste decidiera forcejear con Aduriz siendo el último defensa racinguista. En teoría, la expulsión iba a allanarle el camino al once bermellón, pero sucedió todo lo contrario. El equipo estaba enmarañado y los santanderinos, a pecho descubierto, llegaron a incluso a estrellar un balón contra el poste gracias a un cabezazo de Munitis (minuto 54).

La perspectiva no cambió hasta que Manzano empezó a remover el banquillo. Primero retiró a Arango (arrstraba un golpe) para darle minutos a Webó, pero viendo que no conseguía nada (el camerunés desperdició la mejor oportunidad del segundo tiempo) siguió buscando. Entonces entraron en escena Castro y Keita, que aparcieron para darle al Mallorca el achuchón que necesitaba. El Chori reventó el ala izquierda y la velocidad del africano puso boca abajo al grupo de Muñiz, en el que ya escaseaba el combustible. Entre uno y otro forzaron una batería de saques de esquina y rebañaron el partido a base de empujones y disputas. Quizá no fuera el partido ideal, pero se cerró con el desenlace perfecto.