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Rubén J. Palomo|EIVISSA
Azul oscuro casi negro es el color de la desesperanza. Es un estado de ánimo que raya la melancolía. Un futuro con brumas, incierto. Una tonalidad cambiante dependiendo de la luz y el prisma a través del que se mire. Es el color de la Peña Deportiva tras su inoportuna derrota ante el Orihuela. Un rival directo que sepultó la fe de los de Cristóbal Parralo en el tiempo añadido y en la mejor jugada de todo el encuentro.

Ambos equipos se repartieron a partes iguales la posesión y el control del juego. El balón, eso sí, en contadas ocasiones circuló rápido a ras de césped. En la mayoría de las ocasiones surcaba el cielo ibicenco sin rumbo fijo.

Cristóbal y Tevenet habían planteado un encuentro táctico, pero ofensivo, y la combinación resultó infumable.
En el inicio de la primera mitad, con Heredia y Carril como hombres más adelantados, el plantel peñista trató de arrinconar a su rival, pero el Orihuela pronto se zafó de esa presión gracias a un potente centro del campo liderado por Pereira, a la postre, protagonista del partido.

El partido transcurrió con ocasiones en ambas áreas, con un fútbol directo, balonazo y remate a puerta, sin zona de creación.
Cuando ambos equipos se habían resignado al insuficiente empate llegó la jugada clave del partido. En el tiempo extra, Futre aprovechó una pérdida de balón de Borja para internarse por la derecha con una buena triangulación. Su centro al área lo dejó de tacón Marcos para Pereira, que fusiló a Pociello por alto. No había tiempo para más.

El Orihuela no perdonó y aprovechó su oportunidad. El color es más oscuro que nunca y el camino cada vez más corto.