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Tolo Jaume Hoy vuelve a actualizarse la clasificación ATP y Rafael Nadal prolonga su estancia en el número uno del mundo, la posición de privilegio que diez años atrás inauguró para el tenis español otro mallorquín, Carlos Moyà. Con 22 años, seis meses y dos días el palmesano ascendió al primer puesto de la clasificación mundial convirtiéndose en la primera raqueta nacional que se aupaba a lo más alto del planeta tenis.

Hoy Indian Wells se adentra en sus rondas decisivas, pero hace una década la derrota de Carlos Moyà en la final del torneo californiano ante Mark Philippousis quedó grabada en la historia del deporte español en general y en la del deporte balear en particular. El botín del ganador de Roland Garros en 1998 en el suelo norteamericano era suficiente para desbancar al chileno Marcelo Ríos del número uno. En pocas ocasiones una derrota en un Masters Series le debió sentar tan bien a Carlos Moyà, que celebró la derrota sabedor de que el éxito le esperaba el 15 de marzo, la fecha exacta en la que ascendía al olimpo reservado para los mejores. Era el 15º número uno de la historia de la ATP desde que se inaugurara la clasificación actual en 1973.

La estancia en lo más alto de la ATP del mallorquín se prolongó por espacio de dos semanas. Eran otros tiempos más convulsos que han hecho olvidar los más de cuatro años de Roger Federer en la cima (237 semanas de liderazgo). Y es que el final de la hegemonía que instauró Pete Sampras y Andre dejó un vacío de poder en el que los aspirantes al trono se sucedían. En 1999 hasta cinco jugadores ocuparon el número uno. El chileno Marcelo Ríos (seis semanas), el mallorquín Carlos Moyà (dos), el ruso Yevgeny Kafelnikov (seis), el australiano Patrick Rafter (una) y el estadounidense Andre Agassi desfilaron por el número uno.

Sin embargo, la suerte no acompañó a Carlos Moyà en una temporada en la que podría haber consolidado sus mejores prestaciones para seguir rompiendo barreras. Los problemas físicos y en especial las molestias en la espalda convirtieron el resto de la temporada en una serie de altibajos que acabaron condiciando su irrupción en el siglo XXI. No obstante, el tenista mallorquín consiguió recuperar el tono físico y no perdió el hambre para volver a estar en la élite.

La misma versatilidad y calidad que le llevó a infundir respeto sobre cualquier superficie le permitió regresar al máximo nivel e instalarse entre los veinte mejores del mundo en 2001 para iniciar una senda que le ha convertido en uno de los jugadores en activo con mejor palmarés por sus éxitos y constancia. No en vano, es el único jugador en activo que ha encadenado trece temporadas entre las 50 mejores raquetas de la ATP. Es más, hasta el año pasado era el único jugador que había logrado acumular ocho temporadas consiguiendo al menos un torneo, una situación que no pudo alargar pese a disputar las finales de los torneo de Costa do Sauipe y Bucarest perdiendo ante Nicolás Almagro y Gilles Simon respectivamente.

En cualquier caso, un total de veinte títulos (dieciséis sobre tierra batida y cuatro en superficie rápida adornan sus vitrinas en sus catorce años de trayectoria profesional. Podrían haber sido más teniendo en cuenta que salió como subcampeón de 24 finales, pero su hoja de servicios cuenta con los principales logros a los que puede aspirar un tenista. Un título del Grand Slam (Roland Garros en 1998), el número uno del mundo (tras Indian Wells en 1999) o la Copa Davis (en Sevilla 2004) están en un palmarés en el que figuran 573 victorias y 314 derrotas.

El carisma del tenista mallorquín le ha convertido en uno de los jugadores del circuito más queridos por los aficionados en cualquier rincón del planeta. De Umag a Buenos Aires pasando por Australia las gradas sienten un especial cariño por Carlos Moyà por sus logros y por la gran conexión que ha logrado con todos los seguidores alrededor del mundo y en especial por los torneos citados, donde sus logros y su carácter le han convertido en un referente.