Gregorio Manzano, con el gestro contrariado, durante el partido del pasado domingo en Montjuïc. Foto: CARLOS MIRA

TW
0

Carlos Montes de Oca

Una mala gestión y un par de despistes han provocado en el seno del Real Mallorca el síndrome del último minuto. Una especie de tembleque generalizado cuando se acerca el desenlace de los encuentros que volvió a padecer el pasado domingo en Montjuïc. El grupo de Gregorio Manzano encajó dos goles en los últimos veinte minutos y volvió a arrojar a la basura una victoria por 1-3 que ya celebraba, para firmar el segundo 3-3 consecutivo. Esta vez, los verdugos fueron De la Peña (71') y Nené (82') con dos goles que reviven una de las pesadillas del curso.

Con el tropiezo ante el Espanyol, el Mallorca ha dejado escapar ocho puntos en la presente campaña en el último cuarto de hora, un tramo final en el que sólo ha atrapado tres puntos. Es decir, si los mallorquinistas hubieran sido capaces de gestionar bien sus ventajas cuando los encuentros agonizan, sumarían 34 puntos, una cifra que le situaría en una cómoda décima posición, casi a la misma distancia de las plazas europeas que del descenso.

Pero la realidad es otra. La particular pesadilla del Mallorca con los últimos minutos se remonta a la segunda jornada, allá por el mes de septiembre. Los rojillos ganaban 1-0 en Son Moix ante Osasuna, pero un tanto en los postres de Portillo en el minuto 84, encendieron la mecha de la primera decepción del campeonato.

Siete jornadas más tarde, de nuevo ante un rival directo en la lucha por la supervivencia como el Athletic de Bilbao, Llorente le birló un punto al Mallorca en el tiempo de descuento. Se llegó al minuto 78 con una ventaja notable para las huestes de Manzano (3-1), pero los tantos de Ion Velez (78') y del ariete (90'), apagaron la música de fiesta que hasta entonces sonaba en el estadio. Otros dos puntos por el camino...

Después de un buen puñado de jornadas sin ningún final taquicárdico, entre otras cosas por la pésima racha que atravesó el Mallorca -encadenó once partidos sin ganar, con sólo 3 de 33 puntos posibles-, se volvió a topar con su particular maldición. Esta vez con la inestimable colaboración del colegiado. Ayza Gámez señaló penalti de Nunes tras una caída de Lassad dentro del área y Verdú (77') redactó el 1-1 desde los once metros.

Anteayer, se repitió el guión. En Montjuic, el conjunto de Manzano ya celebraba la victoria, un triunfo que hubiera condenado al Espanyol y que hubiese situado a los isleños en la rampa de lanzamiento de la salvación. En un brote de rabia, el bloque de Pochettino se rehizo de la expulsión de Moisés para remontar un 1-3 adverson en el último cuarto de hora. Otra victoria en el limbo y otro regalo a un enemigo directo.

Al margen de estos encuentros que alteraron su destino en los instantes finales, el Mallorca también ha visto cómo le remontaban en otras dos tardes que comenzó mandando en el marcador. Ocurrió en Son Moix ante el Recreativo, cuando pasó de dominar por 2-1 (minuto 36) a alcanzar la meta con el dolor de la derrota marcada en el rostro (2-3). También le sucedió en el Camp Nou, cuando llegó a ir 0-1 hasta el empate de Henry en el minuto 31 y que acabó claudicando (3-1).

A pesar de la larga lista de pinchazos in extremis, también se han filmado tardes con final feliz. En Santander, por ejemplo, el camerunés Pierre Webó fulminó al Racing en el minuto 86.

Y hace apenas ocho días, en una remontada épica, el Mallorca salvó un punto tras una exhibición de raza en el último cuarto de hora. Apoyado en dos suplentes, Castro y Webó, supo enjugar un 0-3 para firmar un 3-3 con sabor a victoria.

En total, tres puntos rescatados en los últimos instantes de partido. El balance, por lo tanto, es negativo para los rojillos. El Real Mallorca sale perdiendo cinco puntos, y tal y como está la lucha por la permanencia, con siete equipos separados por apenas cinco puntos, es un botín demasiado goloso.