El bicampeón elevó la moral de su equipo tras la clasificación de la parrilla de Shangai la semana pasada (fue segundo), tras un trabajo con tesón de sus mecánicos, la instalación de un nuevo difusor, retirar el KERS y algunas modificaciones aerodinámicas. Con una estrategia muy arriesgada (el depósito estaba casi vacío), Alonso no pudo jugar sus cartas, ya que todo se vino abajo con la lluvia, la salida del coche de seguridad (arrancó de inicio hasta la vuelta ocho) y un trompo en la vuelta 37 que acabó por hundir a un Alonso (noveno), que empieza a hartarse de tanto infortunio, aunque sabe que para Barcelona dispondrá de una versión muy mejorada de su R29.
El equipo Renault, desde donde su director de equipo, Flavio Briatore, ha estado presionando constantemente a la organización por los desajustes que está provocando la validación del doble difusor, está desencajado ante la superioridad manifiesta que está mostrando una escudería privada como es Red Bull, que monta motores de la marca francesa.
No obstante, en Renault las sensaciones son muy diferentes a la desmoralización que existía el año pasado por estas fechas, cuando Alonso no contaba para nada en la parrilla, por la distancia que habían abierto Ferrari, McLaren o BMW. Ahora en Renault se asimila que sus dos bólidos son y que pueden ser aún más competitivos.
La prueba en el Golfo Pérsico es la última cita antes de que el circo entre de lleno en Europa y se instale unos cuantos meses, período en el que la mayoría de escuderías persiguen un salto de calidad.
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