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Andrés Merello|BARCELONA
El Espanyol prolongó su excelente racha de resultados y derrotó a un Valencia (3-0) que llegaba eufórico a este encuentro, pero que se vio superado por un rival que, a base de fe, de trabajo y de convicción, ha resucitado y que, incluso, puede soñar con un final de Liga tranquilo.

La metamorfosis del conjunto blanquiazul ha sido increíble. Ha pasado de ser un equipo muerto y enterrado a convertirse en uno de los mejores del campeonato, según demuestran los números. Cuarta victoria consecutiva y quinto encuentro sin recibir un gol para derrotar a un equipo de Champions, que acabó superado por los locales. Sin embargo, ayer el primer tanto no llegó hasta el 66 y la tranquilidad prácticamente en el descuento. El Espanyol sigue pensando en Primera.