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Poco a poco, la maquinaria del Mallorca empieza a activarse. El club balear, que ha consumido medio verano maniatado por un confuso proceso de venta, se adentra en la fase más decisiva de la pretemporada con un proyecto deportivo en pañales. Además de perder a seis jugadores básicos en la pizarra de Manzano (Moyà, Scaloni, Navarro, Cléber, Jurado y Arango) el equipo bermellón es, junto al recién ascendido Xerez, el único de Primera División que todavía no ha cerrado ninguna incorporación. Sin embargo, después de que Alemany y Carlos González suscribieran el viernes un preacuerdo para la compra de las acciones de la entidad, la situación parece a punto de desbloquearse. Aunque el empresario tinerfeño tiene casi diez días por delante para analizar las cuentas de la SAD y abonar los cinco millones de euros que le convertirían en el nuevo propietario de la entidad, su intención es consensuar con los gestores actuales las primera reformas de la plantilla y permitir que el Mallorca se adentre cuanto antes en el mercado.

Carlos González no quiere que el Mallorca continúe estancado mientras él escruta las cuentas antes de dar el paso definitivo. El empresario afincado en Madrid pretende que se activen algunos mecanismos y aunque no realizará grandes movimientos hasta que no asuma oficialmente el mando, sí que es partidario adelantar una parte del trabajo. González tiene en mente estudiar a fondo las carencias de la plantilla y avanzar alguna operación para concretarla a partir del 27 de julio. En cualquier caso, no es nada nuevo. Antes de cerrar los traspasos de Miquel Àngel Moyà (Valencia) y Juan Arango (Borussia Monchengladbach), Alemany ya informó a González del desarrollo de ambas operaciones.

González lo tiene claro. Aunque en su tratado de intenciones destaca el deseo de mantener la representación isleña en el organigrama de la entidad, llegará acompañado de una serie de colaboradores de confianza, entre ellos, un director deportivo. De hecho, el canario ha aprovechado los últimos meses para perfilar su contratación y trazar las coordenadas a seguir. El único inconveniente con el que topará en este apartado es la presencia de Nando Pons, a quien Vicenç Grande blindó hasta 2014 poco antes de emprender su marcha. En cualquier caso, González lo tiene todo pensado. Pons seguiría al servicio del club y se incrustaría en ese nuevo equipo de trabajo a la espera de que se resolviera su situación. Eso sí, su cuota de poder se recortaría de manera sensible y perdería mucho protagonismo.

La defensa y el centro del campo reflejan ahora mismo las mayores carencias que sufre el Mallorca. Casi todas las bajas veraniegas han afectado a esas zonas del tapete y Manzano necesita una serie de argumentos con los que fortalecer su nueva propuesta. En principio, se buscará un lateral derecho, un central, un organizador, otro medio de corte creativo y probablemente un jugador de banda.

Pese a que Carlos González planea realizar algún fichaje de peso con el que abanderar su primera temporada en la Isla, ésta se demorará un tiempo. Sus primeras decisiones desde el puente de mando de Son Moix van orientadas a otras direcciones y hasta que no se resuelvan determinados asuntos, no se llevará a cabo ningún fichaje de cierta relevancia. Sobre el papel, eso no debería alterar demasiado los planes de Gregorio Manzano. La temporada pasada, sin ir más lejos, el Mallorca selló el traspaso de Aduriz (uno de los más caros de toda su historia) a finales de agosto y su rendimiento acabó siendo magnífico. El empresario no tendrá ninguna prisa a la hora de traer a la Isla a un futbolista importante que eleve el ánimos de los aficionados tras un verano agitado y que represente al nuevo modelo sobre el que se apoyará el club bermellón.

Otro de los puntos señalados con un círculo rojo en la agenda de González apunta a la afición. Pretende que el mallorquinismo vuelva a agarrarse al equipo durante su decimotercera campaña consecutiva entre la realeza y que crezca el número de abonados. Si las cuentas no muestran nada raro, centrará ahí la mayoría de su esfuerzo.