Una casa en la mochila

Aunque el stage no arrancará oficialmente hasta esta tarde, el utillero del grupo, José León, lleva ya varios días trabajando a destajo para que esté todo a punto. En las treinta cajas de chapa que se alojarán esta mañana en el estómago del avión que llevará al equipo hasta Munich hay de todo. A excepción de la comida, de la que se encargarán la familia Thaler y el equipo de cocina del hotel Sonneck (el cuartel general del plantel durante los próximos trece días), la expedición se traslada con todo lo necesario para aprovechar al máximo la estadía.

Seiscientas camisetas (doscientas de manga larga, doscientas de manga corta y otras tantas sin mangas), trescientos pantalones con sus respectivas piezas de ropa interior, ciento cuarenta chubasqueros para protegerse de la lluvia alpina, al menos tres pares de botas por futbolista, dos de zapatillas para correr entre el bosque, calcetines de neopreno, chanclas para trabajar en las zonas húmedas... Entre los bultos del plantel no falta de nada. Por supuesto, también acompañarán al equipo cuarenta balones oficiales de la Liga de Fútbol Profesional, petos, cuerdas, pesas, conos, picas y trineos. Y todo eso sin tener en cuenta el material propio de las instalaciones en las que se ejercitará el colectivo bermellón.

León, que viaja por séptima vez a Kössen desde que forma parte de la primera plantilla, coincide con los futbolistas y el cuerpo técnico en que el Mallorca acude al lugar adecuado para coger impulso. Además de incrustarse en un entorno paradisíaco, el conjunto isleño trabajará entre una calma absoluta y a una temperatura sensiblemente inferior a la que registra estos días la Isla. Por si fuera poco, el equipo podrá tomarse el pulso en cuatro bolos que ayudarán a Gregorio Manzano a sacar las primeras conclusiones del estío. Hoy empieza la verdadera pretemporada. Hoy empieza a formarse el nuevo Mallorca.