Javier Martí Mingarro es quien debe ahora idear la estrategia a seguir y para esto se apoya en Mateu Alemany.
La nueva propiedad del Real Mallorca afronta su entrada en el club con serenidad y sobre todo sin vender ni proyecto faraónicos ni tampoco espectaculares. Su libro de estilo viene marcado por la austeridad total y por mantener una línea de continuidad en todas las esferas de su nueva inversión, también en la deportiva. El abogado mallorquín Tomeu Vidal, encargado de trazar las líneas maestras de la negociación y ser el vínculo entre Alemany y la familia Mingarro, reconoció ayer que tal y como está la situación del Mallorca, del fútbol español y de la situación de crisis a nivel general, «lo que venimos a hacer es a gestionar un déficit. No se puede hacer otra cosa», subrayó. Y es que si bien no ha trascendido prácticamente nada de la capacidad inversora del nuevo propietario, los primeros pasos y las primeras intenciones marcan una línea de contención de gastos idéntica a la puesta en marcha por Mateu Alemany y una inversión muy prudente sin permitirse ni alegrías ni tampoco aumentar la deuda del club que ya de por sí es elevada superando los cuarenta millones de euros.
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