La selección era consciente de que tenía que comenzar fuerte, seria, segura y lo hizo usando las armas habituales de los serbios: la perfección en los triples con tres de tres a cargo de Navarro, Ricky y Garbajosa.
No fueron tres triples seguidos sino que la selección los encajó en su juego interior-exterior, hasta desorientar completamente a los jugadores serbios, que ya no sabían hacia donde cargar la defensa.
Además, España comenzó a ajustar su defensa. Presionando, ayudando, corriendo. Ante tantas virtudes, Serbia no tenía otro remedio que ir perdiendo comba en el marcador, hasta que Raúl anotó en contraataque el 20-7, la guinda que faltaba.
Al final del primer cuarto, el equipo nacional ya había sentado las bases de su intención, con un 24-14 que ponía las cosas muy difíciles a los jóvenes serbios.
El inicio del segundo cuarto fue un tanto extraño porque a España le pitaron cinco personales en minuto y medio, pero salió a la pista Pau Gasol y todos se tranquilizaron. Con Pau en pista España volvió a su ser, a su juego y a su tarea. Felipe Reyes imantó los balones bajo los aros y Pau y Ricky rentabilizaron su particular conexión con un par de 'alley hop' que fueron muy aplaudidos por la infanta Elena.
Las ventajas comenzaron a dispararse porque la selección no quitó el pie del acelerador y llegó a alcanzar los 23 puntos, 47-24 a los 18 minutos y 52-29 al final del período
Serbia ya no sabía como atacar y menos aún como defender a una selección ávida de entrar en la historia, ávida de conseguir una medalla de oro, después de seis de plata en casi 75 años de campeonatos de Europa.
España ya no era la selección físicamente limitada de inicios de campeonato, que perdió con Serbia en el primer partido por 66-57, ahora es una máquina perfectamente engranada en la que todas las piezas responden a la perfección y que todas juntas multiplican su teórica calidad individual.
Serbia tiró de orgullo y de la calidad que tienen por arrobas para intentar apretar el marcador, pero el equipo nacional llevaba mucho tiempo esperando ser investido de oro y no estaba dispuesto a dejar la más mínima opción a nadie.
Por eso no fue una final bonita, ni competida. España no dio opción a nada. Se instaló en la veintena de puntos y no permitió que la emoción entrara en el partido.
Y cuando Serbia se puso a 14 puntos, 58-44, siguió trabajando, en defensa y en ataque, en contraataques y en robos; en hacer su baloncesto total que le había llevado hasta la final y que debía conducirle hasta lo más alto del podio por primera vez en la historia.
En apenas dos minutos volvió el margen de seguridad de los veinte puntos, 66-44, sin permitirse los españoles siquiera un segundo para coger aire. Con el 67-44, España concedió un parcial de quince iguales que dejaba la final prácticamente sentenciada.
Los últimos diez minutos del encuentro fueron ya de auténtico trámite, con los titulares disfrutando del juego de sus compañeros, que no desmereció sino al contrario. Los intentos de triple de Marc y Reyes fue la única licencia, mientras en el banco español ya se celebraba la victoria.
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