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Barcelona. 18:30 horas. El Mallorca llega al Camp Nou. Unos pocos minutos después, del túnel de vestuarios aparece el primer miembro de la expedición del Mallorca. La luz es tenue, los focos todavía están apagadas, pero se divisa la figura del presidente Tomeu Vidal. Toma ventaja sobre los demás y se va directamente al centro del campo, coge el teléfono y habla con alguien. Se le ve feliz, como si fuera la primera vez. Era la primera vez.

Elisabeth Moll le entrevista para Gol TV y después intercambia impresiones con otro grupo de periodistas. Está radiante. Aparece por ahí un puñado de jugadores y Gregorio Manzano. El entrenador hace un aparte con el presidente. Hablan de espaldas a las cámaras. Manzano echa una mirada de reojo al túnel de vestuarios. Ahí está. Martí Asensio. Inmenso, por lo radiante. Se le pega como una lapa JJ, su director de comunicación, pero Martí Asensio parece no escuchar. Era también su primera vez. Empieza a caminar, es su momento, está en el césped del que posiblemente sea el mejor estadio del mundo. No hay luz apenas, pero es igual, está en la gloria. JJ sigue hablando, pero el no escucha, vive el momento. Superan el centro del campo hasta que un miembro de seguridad del Barça les pregunta quiénes son y qué hacen ahí. Se identifican y les invitan a dirigirse a la banda. Martí Asensio no dirige ni la mirada y mucho menos la palabra a Manzano. Cuando están a punto de encontrarse, el jienense se va al vestuario. No ha habido encuentro.

Conocido el césped, el partido se empieza a jugar en el palco. La responsable de protocolo llega a la primera fila de butacas y sitúa las invitaciones personalizadas en los sillones. Asoma el presidente la cabeza, lo hace también Martí Asensio, que recibe el saludo del vicepresidente José Miguel García. Faltan todavía tres cuartos de hora para que arranque el partido. Algo sucede. Vuelve al chica con las invitaciones de palco, regresa a la primera fila y cambia las posiciones de los carteles con los nombres de los invitados de la primera fila. Pero algo falla, reclama ayuda y aparece un superior para poner orden. Aquí Laporta, aquí Vidal, aquí Asensio y aquí José Miguel García. Suena el himno, la tensión aumenta, sale Vidal a la zona de butacas y Laporta le coge por los hombros en plan «amigos de toda la vida». Asensio se queda desubicado, no sabe si ir detrás si ir por delante, le están ganando la partida por metros. El nutrido grupo de invitados le gana la partida y el consejero delegado decide cambiar de táctica y atacar por el flanco izquierdo. Magistral. Llega junto a Laporta y Vidal al mismo tiempo a primera línea de palco. La humillación está disimulada. Últimas notas del himno. Laporta está feliz, sonríe. Vidal también. Está junto al presidente del Barça. Martí Asensio se sitúa entre el abogado malloquín y el vicepresidente. Está a punto de empezar el partido, pero esto es otra historia. Quizás alguien le recordó que, afortundamente, el palco es gratis.