Nadal se queda así fuera, por primera vez, de las semifinales del torneo, haga lo que haga contra el serbio Novak Djokovic el viernes, algo que no le había ocurrido en las dos ediciones anteriores en las que había participado, en 2006 y 2007.
Por su parte, el sueco Robin Soderling se tomó la revancha ante un desquiciado Djokovic en sólo dos sets por 7-6 (5) y 6-1 y se confirmó como líder en solitario del grupo B con dos victorias, un logro sorprendente dado que participa en la Copa Masters en sustitución del lesionado Andy Roddick.
El serbio, número tres del mundo, dio muestras de nerviosismo desde los primeros compases del partido, lo que facilitó el triunfo a su rival. Soderling, verdugo del español Rafael Nadal en la primera jornada del torneo, superó así a una de sus particulares «bestias negras», ya que en ninguno de sus cinco enfrentamientos anteriores había conseguido vencer a Djokovic, quien además fue el encargado de dejarle sin posibilidades de quedar entre los ocho primeros de la ATP tras ganarlo en cuartos de final en París. El sueco, número nueve de la clasificación ATP, confirmó así su pase a las semifinales del torneo, en el que participa por primera vez.
Los primeros diez minutos bastaron para que Djokovic ya manifestara que se sentía alterado. Malas caras, protestas por las decisiones del «Ojo de Halcón», la raqueta por los suelos o golpeada virulentamente contra el talón de sus zapatillas, como si estuviera jugando en tierra batida en vez de en pista, dejaron traslucir que el serbio no se encontraba cómodo en la cancha. Soderling, mientras tanto, iba a lo suyo. Con un porcentaje de primeros servicios siempre superior al 60%, el sueco ganaba cómodamente su saque y complicaba al serbio su servicio.
Todo podría haber cambiado con el décimo juego, cuando el sueco tiró por la borda tres bolas de set consecutivas y dio vida a Djokovic, quien celebró por todo lo alto conseguir el «deuce» después de un largo peloteo. Soderling consiguió volver a imponerse con su saque, a lo que el serbio respondió venciendo el duodécimo juego con facilidad para llegar así al desempate.
Lo parejo que estaba el partido también se reflejó ahí, aunque de nuevo el estado alterado del serbio favoreció a Soderling, que se rehizo y se alzó con el primer set. Descentrado, el serbio no supo remontar el vuelo y volvió a perder su saque en el tercer, el quinto y en el séptimo y definitivo juegos, sirviendo en bandeja la victoria a su rival. Prueba de lo alicaído que acabó Djokovic fue que sus protestas, gestos y gritos menguaron de forma sustancial su juego, incapaz de tumbar a Soderling.
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