Tiene el aficionado barcelonista un impredecible mecanismo para seleccionar a sus elegidos, muchas veces por curiosas razones que en algunos casos escapan a la pura objetividad -o cordura- futbolística, por encima de Balones de Oro y 'pichichis' acumulados.
El gélido sueco Henrik Larsson seguramente no era el mejor jugador de aquel equipo liderado por Ronaldinho, Deco y Eto'o, del mismo modo que los culés apadrinaron a un Sotil que 'campeonaba' bajo la estela de Cruyff o guardarán en su eterno imaginario la costilla rota de Migueli.
Ese extraño engranaje del sentimentalismo barcelonista volvió a reactivarse hoy, cuando el crono marcaba el minuto 22, el mismo que el dorsal que luce Abidal en el césped. La grada rugió al unísono para apoyar a la 'Pantera negra' azulgrana, un homenaje que volvió a repetir cuando transcurría el mismo minuto del segundo tiempo.
Ya había arrancado el Camp Nou con un ensordecedor aplauso sostenido durante varios minutos, mientras el marcador exhibió un vídeo con imágenes del defensa que se entremezclaban con frases como 'Este partido también lo ganarás'.
También las pancartas de solidaridad inundaron el estadio, con mensajes como 'Recupérate pronto', 'Estamos contigo', 'Minuto 22, ovación a Abidal y Miqui Roqué', 'Este recital va por ti' o 'Te queremos', entre muchos otros.
Un apoyo que constata un flechazo con la afición que no ha sido fácil alcanzar. Sus irregulares inicios hicieron dudar a muchos de la calidad de un jugador que se ha consagrado con la llegada de Pep Guardiola al club catalán, con quien ha alcanzado su mejor nivel de fútbol y se ha erigido en uno de los ídolos de la grada.
Por eso debió emocionarse el francés cuando sus compañeros de equipo saltaron al campo vistiendo camisetas en las que podía leerse 'Te queremos Abidal' y su rostro grabado en la espalda, mientras que los jugadores del Getafe lucían una con el ya popularizado 'Anims, Abidal'.
Dicen aquellos más cercanos al vestuario azulgrana que Abidal, un jugador aparentemente introvertido de cara al público, es en realidad uno de los líderes psicológicos de este conjunto, un bromista incansable y uno de los que más ha trabajado por tejer la unión que caracteriza al equipo de Guardiola.
Su baja supone un importante agujero en la zaga barcelonista, que se compensa con el hueco rellenado hoy por la afición en su casillero de elegidos. El 22 ha dejado de ser un dorsal más, para pasar a tener un nombre y apellidos imborrables, los de Eric Abidal.
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