Gregorio Manzano, ayer, a su salida de la terminal de Son Sant Joan junto a Toni Servera, preparador físico del conjunto sevillista. | Pere Bota

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A la espera de que Son Moix se pronuncie esta noche, el regreso de Manzano a Mallorca no ha generado más que indiferencia. El técnico de Bailén, propietario de las mejores marcas del conjunto bermellón en Primera y autor también de otro puñado de meteduras de pata que provocaron que se fuera de Son Moix por la puerta trasera, aterrizó ayer por la tarde en la capital balear al frente de la expedición del Sevilla. Y únicamente le esperaban cinco aficionados del conjunto hispalense. Los seguidores bermellones, que a la hora de su llegada le preparaban el recibimiento de hoy, prefirieron darle la espalda para responder desde las gradas del Iberostar Estadi a algunas de sus polémicas declaraciones de la temporada pasada.

Manzano, que tampoco se detuvo a atender a los medios de comunicación que aguardaban en Son Sant Joan, solo se paró para fotografiarse junto a los aficionados sevillistas y se subió rápidamente al autobús del equipo andaluz a su salida de la terminal.