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Se llama Adrián Dalmau, tiene 17 años y después de pasear su clase por casi todos los campos de Mallorca se ha convertido en una de las grandes apuestas de futuro del Real Madrid. El delantero, uno de los principales del baluartes del San Francisco durante la temporada que acaba de concluir, llevaba muchos meses en el punto de mira del conjunto blanco, que le ofreció la posibilidad de jugar en Valdebebas las dos próximas campañas después de someterle a un minucioso seguimiento. El mallorquín, embarcado estos días en la disputa del Mundial sub'17 de clubes, es sólo el último ejemplo de esa fuga de talentos que continúa sacudiendo al balompié isleño verano tras verano.

En el caso de Dalmau, su progresión resultaba especialmente llamativa desde hace tiempo. Después de iniciarse en el Sant Marçal y de pasar por la Penya Arrabal y el Cide o defender la camiseta de la selección balear, el atacante ha alcanzado su mejor nivel durante el último año en Son Fuster, primero con el juvenil B y después con el conjunto de División de Honor. Cerró el ejercicio como el máximo artillero en ambas formaciones y el Madrid, que tenía anotado su nombre en la agenda gracias a los informes de Carlos Paniza, le invitó a participar en el Torneo Felipe de Lucas Pipe de Alcalá de Henares, uno de los más prestigiosos de la Semana Santa madrileña. La llamada provocó un conflicto entre San Francisco y Mallorca, pero finalmente Adrián se ganó el derecho a probar con el cuadro merengue y acabó de convencer sobre el campo a los responsables de la cantera madridista, que no dudaron en echarle el lazo tras deleitarse con sus prestaciones ofensivas.

Recompensa
Aunque la marcha de Dalmau va a privar al fútbol mallorquín de una de sus nuevas perlas, para el jugador supone la recompensa a diez años de lucha, entrega y sacrificio en los que no ha descuidado un solo detalle. Criado bajo la influencia de técnicos como Dani Vaquer, Àlex López o Jose Solana, el ariete se ha ido forjando un futuro que a partir de ahora se escenificará entre los campos de Valdebebas, la residencia del Real Madrid y el colegio SEK. Cargado de recursos técnicos, generoso en el trabajo defensivo y con un olfato goleador más que acreditado, Dalmau aterriza en el que considera «el mejor club del mundo» con la ilusión de seguir aprendiendo para llegar algún día al primer equipo y triunfar en el Santiago Bernabéu. El sueño está en marcha.