Quique Setién, entrenador del Club Deportivo Lugo, durante un partido de esta temporada.

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«Veinte años después, volveremos». El mensaje, impreso en una enorme pancarta, habita en uno de los fondos del estadio del Lugo desde que el conjunto rojiblanco garantizó, por segunda temporada consecutiva, su presencia en el playoff de ascenso a la categoría de plata. Atrás quedan ya esas tres interminables campañas en la cueva de la Tercera División gallega (entre 2003 y 2006), que hicieron creer a sus aficionados que el Anfield Carro no volvería a disfrutar del fútbol en las alturas. Desde que alcanzó la gloria hace más de dos décadas y coincidió con el Mallorca en la segunda planta del fútbol español, el conjunto lucense no ha vuelto a mirar tan arriba. Y si hay un responsable en ese espectacular reciclaje que ha experimentado la entidad rojiblanca en los últimos años hay que buscarlo en el banquillo. Entre otras cosas, porque con Quique Setién instalado junto a la línea de banda el equipo lleva tiempo atendiendo a nuevas coordenadas y el sueño de subir un peldaño vuelve a parecer accesible.

Optimismo rojiblanco

El entrenador cántabro es uno de los iconos de la hambrienta hinchada del Lugo. Sólo así se explican los grupos creados en su honor en Facebook en los que se exige su renovación vitalicia o que hace más de un año, después de entregarle las armas al Alcoyano en el partido decisivo por el ascenso, se desplazara a hombros sobre una espesa marea de camisetas rojiblancas. Setién parece dispuesto a cambiar la historia del club y aunque los resultados no acaban de darle el empujón definitivo, tiene a la masa social de su lado y está convencido de que es su momento.

Setién, que gracias a su decálogo logró que el Lugo fuera bautizado la temporada pasada como el nabo mecánico , entiende que su equipo se sentirá más cómodo en esta eliminatoria de lo que estuvo en la serie que abría la fase. «Nuestro potencial ya sabemos cuál es. Nosotros sufrimos mucho sin el balón y ya lo vimos en Eibar y también aquí cuando nos apretaron mucho arriba y no tuvimos la precisión para tenerlo. En este sentido el Atlètic es diferente, no tiene esa intensidad para defender y podremos tener más tiempo el balón y ser nosotros mismos, aunque todo son hipótesis», matiza.

El exfutbolista abandera el optimismo que predomina en las entrañas del Anxo Carro y se ve más que listo para dejar en la cuneta al conjunto de Siviero. «No creo que este equipo sea mejor que el Tenerife, el Albacete o el Oviedo, y nosotros antes ellos nos defendimos perfectamente y en algunos casos los superamos», comenta antes de analizar con su lupa a la plantilla blanquiazul. «Yo no digo que no sean buenos, pero si defendemos bien, hacemos buenas ayudas y estamos atentos, son jugadores a los que les va costar. Las diferencias se marcan en cosas puntuales, pero si el equipo está fino les costará, seguro». El sueño de todo una ciudad depende ahora de su pizarra.