El serbio Novak Djokovic besa el trofeo obtenido en Wimbledon. | Reuters

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El serbio Novak Djkovic conquistó este domingo su segundo Wimbledon y se alzó como número uno del mundo al derrotar en una apasionante final al suizo Roger Federer, siete veces campeón del torneo, que llegó a salvar una bola de partido para forzar el quinto set (6-7 (7), 6-4, 7-6 (4), 5-7 y 6-4, en tres horas y 56 minutos).

Djokovic adelanta en lo alto del ránking al español Rafael Nadal, que acumulaba 36 semanas como primer tenista de la ATP, y asesta un duro golpe moral a Federer, que trataba de agrandar su leyenda con su décimo octavo Grand Slam, más que cualquier otro tenista.

A punto de cumplir 33 años, el suizo saltaba hoy a la pista central de Wimbledon, un escenario familiar para él, consciente de que quizás era una de sus últimas oportunidades de añadir otro gran torneo a su imponente currículum.

Entre él y su octavo Wimbledon se interponía sin embargo un tenista temible, más peligroso si cabe porque llegaba con el orgullo herido tras haber perdido la final en tres de los cuatro últimos «majors».

El de esta tarde era el duelo número 35 entre Djokovic y Federer. Uno más de los que llegaron a disputar Pete Sampras y Andre Agassi, uno menos de los que jugaron Ivan Lendl y John McEnroe.

El serbio y el suizo se habían enfrentado antes en otra gran final, la del Abierto de Estados Unidos, en 2007. En aquella ocasión Federer, en la cumbre de su carrera, arrasó al joven Djokovic en tres sets para conquistar su undécimo Grand Slam en cuatro temporadas.

Esta tarde la situación era opuesta. El helvético, con un solo gran torneo en los últimos cuatro años, era sobre el papel la parte débil del cruce, mientras que Djokoivc se presentaba como el favorito, a pesar de las flaquezas que había mostrado durante este Wimbledon.

Con una cinta en el pelo similar a la que llevaba cuando ganó su primer torneo, en Milán hace trece años, aunque sin coleta y de riguroso blanco, Federer salió esta tarde con cierta ansiedad a su cita con la historia.

En cuanto Djokovic acertaba a devolver un resto, Federer se abalanzaba sobre la red para rematarle lo antes posible. Lo hacía sin embargo con excesiva precipitación, porque enviaba fuera bolas fáciles que ni siquiera había dejado botar en la hierba, ya desgastada tras dos semanas de torneo.

Bajo la mirada de el príncipe Guillermo de Inglaterra y su esposa Catalina, que presidían el palco de la pista central, Djokovic se mostraba por su parte intratable al servicio y obligó al suizo a golpear el aire en varias ocasiones en los primeros juegos.

La tarde soleada al suroeste de Londres evaporó pronto, sin embargo, las dudas iniciales de Federer. Con su clase y su buena fortuna habituales intactas, mantuvo el equilibrio hasta el primer desempate y salvó dos bolas de set antes de noquear con un «ace» a un Djokovic que envió a la red la última bola de ese primer parcial.

El serbio respondió furioso. Se impuso al resto al inicio del siguiente set y llevó a remolque hasta el final de la manga a Federer, que dejó escapar su primera bola de rotura del partido con 5-4, y con ella sus opciones de mantener aferradas las riendas del duelo.

Era el segundo set parcial que perdía en este Wimbledon el suizo (su compatriota Stanislas Wawrinka le arrebató otro en cuartos), padre de un nuevo par de gemelos hace pocas semanas.

El público de la pista central, incluidas caras conocidas como el matrimonio Beckham y los actores Hugh Jackman y Samuel L. Jackson, contuvo la respiración a las dos horas y diez minutos de juego para ver como Federer salvaba dos bolas ruptura cruciales con sendos servicios a casi 200 kilómetros por hora y cerraba con su vigésimo «ace» un juego que llevaba a un nuevo desempate.

En un duelo en el que la iniciativa cambiaba continuamente de bando, Federer volvió a precipitarse en sus subidas a la red y acabó enviando más allá de la línea la bola que cerraba el parcial y, aparentemente, lanzaba a Djkovic a hacia la victoria.

Con todo, si hay un marco en el que es difícil tumbar a Federer, ese es la central de Wimbledon, donde el público le anima como si fuera el tenista local y donde, para delirio de las gradas, resucitó hoy tras una bola de partido para llevarse el cuarto set cuando ya Djokovic ya se veía ganador (su ventaja había sido de 5-2).

La gesta de Federer fue memorable, pero Djokovic era psicológicamente de hierro y fue capaz de avanzar hasta el 5-4 en el quinto y definitivo set para acabar cerrando el partido al resto y sumar su séptimo Grand Slam.