Ese es el doble gran desafío de Murray en la final de este domingo, ganar un título que se le ha resistido tres veces, derrotar a su más encarnizado verdugo en estas pistas, donde ha sucumbido tres veces también ante él, e impedir de paso que «Nole» sume su quinto Abierto de Australia.
Después de dos semanas de intenso tenis, los dos últimos supervivientes se aprestan a bajar el telón del primer grande de la temporada. Murray llega con un día de descanso más y lo hace habiendo perdido únicamente dos sets (ambos en el desempate), uno ante el búlgaro Grigor Dimitrov y otro ante el checo Tomas Berdych.
También Djokovic ha cedido dos parciales, pero en único partido, en el que derrotó en semifinales al suizo Stan Wawrinka, defensor del título.
Las dudas parecen haber sido despejadas en la mente de Murray, sobre todo después de comprobar que su relación con su entrenadora, la francesa Amelie Mauresmo, criticada al principio, ha dado sus frutos, y de forma silenciosa.
«Andy ha hecho lo que todo gran campeón debe hacer en un torneo como este», señaló a EFE el australiano Marc Woodforde, extenista de Adelaida, uno de los más queridos en este país, que formó un tándem espectacular con Todd Woodbridge, los conocidos «woodies», ganadores de la medalla de oro en los JJ.OO. de Atlanta (1996) y la de plata en Sydney (2000), además de lograr 12 títulos de dobles del Grand Slam en 16 finales.
«El primer día de su entrenamiento en Melbourne Park apenas había una docena de personas cerca de su pista, los días siguientes fueron llegando más, pero él siempre mantuvo la misma actitud, entrenarse a fondo, y luego salir discretamente, siempre concentrado en el torneo. Ha pasado inadvertido todo el tiempo que ha podido. Ha estado tranquilo hasta las semifinales», dijo.
¿Es la hora de Murray?, «creo que puede serlo, se lo merece y además ha demostrado que tiene cualidades suficientes ya para llevar a sus vitrinas otro Grand Slam», añadió el pelirrojo australiano.
El resto del británico y le ha llevado a la final, sin olvidar algunas dejadas magistrales, pero ahora de probar hasta donde llega su valía contra el número uno del mundo. Un test que pudo darse en en la final del torneo de exhibición de Abu Dabi a principios de la temporada, pero aquejado de fiebre, Djokovic rechazó jugar.
El serbio ha ido subiendo de nivel a medida que avanzaba el torneo. Su demolición en cuartos de final del canadiense Milos Raonic fue toda una prueba de fuerza y saber estar en la pista. Luego supo navegar y salir airoso en el partido contra Wawrinka donde dio signos de cansancio, pero que cerró con un 6-0 en el quinto set.
Los largos intercambios en la línea de fondo pueden ser la tónica del partido de mañana. Largos, profundos, y demoledores. Y quizás la forma física y sobre todo la dureza mental, definirán el ganador de esta contienda.
Será el duelo número 24 entre Djokovic y Murray, con 15-8 para el serbio, que ha ganado los cuatro últimos desde la final de Wimbledon de 2013, y que en los tres que han disputado en Melbourne Park: final del 2011 (6-4, 6-2 y 6-3), semifinales de 2012 (6-3, 3-6, 6-7 (4), 6-1 y 7-5) y final de 2013 (6-7 (2), 7-6 (3), 6-3 y 6-2) el de Belgrado rompió los esquemas al de Dunblane.
Será la final número 15 del serbio en el Grand Slam, de las que ha ganado siete. Ya supera a Andre Agassi, en cuanto a victorias individuales en el Abierto de Australia, y de ganar este domingo sumará la número 50.
La confianza, tras superar por novena vez consecutiva a un jugador situado entre los diez primeros (no cede con uno de ellos desde que perdió contra Federer en las semifinales de Shanghai el año pasado), y ante los que solo ha cedido dos sets, parece ser la base del serbio que opina que su balance favorable en Australia ante Murray le proporciona tan solo «una pequeña ventaja mental, pero no demasiada».
«Está jugando un gran tenis en estas dos semanas. Será necesario que mi actuación sea la mejor y juegue el mejor partido del torneo si quiero ganar», dijo, «porque es la final, y no hay un claro favorito.
«Estoy seguro que estará muy motivado para ganar su primer título aquí, y por mi parte, voy a dar todo lo que tengo para que eso no suceda», dijo Djokovic, que conservará su puesto de número uno del mundo cualquiera que sea el vencedor de la final. Murray será cuarto si pierde y tercero si vence.
En la final habrá dos ganadores del Grand Slam, con 17 títulos entre los dos banquillos, siete de Djokovic, dos de Murray, y ocho de sus respectivos entrenadores, seis de Boris Becker y dos de Amelie Mauresmo.
Murray sabe que ha perdido sus tres finales en Australia, pero también recuerda que sus dos títulos de Grand Slam los obtuvo derrotando al serbio (Abierto de EE.UU. en 2012 y Wimbledon 2013). La prensa de su país le condecora ya como «de nuevo en el grupo de los cuatro grandes», junto con Djokovic, Nadal y Federer, pero tanto elogio también puede jugar en su contra.
«Estar en la final por cuarta vez después de perder con gente como Roger, Rafa o Novak no me gusta mucho, pero eso no sucede todos los días y por eso me siento muy orgulloso», dijo el escocés.
«En la pretemporada he hecho un gran trabajo con Amelie trabajando un montón de cosas, y sobre todo el físico. Perder finales es siempre frustrante, pero hacer cuatro es muy difícil, nada fácil. Y me siento orgulloso de mi récord aquí, e intentaré lo mejor el domingo, con las mejores tácticas posibles», añadió.
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