Este es el título 24 Masters 1000 de Djokovic, que se queda a tres del líder en esta categoría, el español Rafael Nadal; el quinto de la temporada (Abierto de Australia, Indian Wells, Miami y Montecarlo) y el 53 de su carrera.
Federer continúa sin saborear la victoria en Roma. Este domingo cayó en su cuarta final, tras ceder antes con dos españoles: en 2003 contra Félix Mantilla, y en 2006 y 2103 contra Nadal. El suizo sigue sin poder hacerse con este torneo, que junto con el Masters 1000 de Montecarlo, aún no tiene su nombre escrito.
La inmaculada racha de 22 partidos ganados desde que cayó contra Federer en la final de Dubai en marzo, será la tarjeta de presentación de Djokovic este año en Roland Garros, su objetivo primordial esta temporada, donde se presentará más fuerte que nunca, física y mentalmente.
Calculó con precisión el serbio este final de temporada de tierra batida europea, y tras ganar en Montecarlo su tercer Masters 1.000 de la temporada seguido, se borró de Madrid en la Caja Mágica. De esta forma mantenía sus constantes intactas y no pasaba por la altitud de la capital española, para seguir con ritmo de golpes a nivel del mar.
Esta táctica le ha dado resultados satisfactorios, y aunque ha cedido tres sets para llegar a la final, por ninguno de Federer, ha sabido ganar los encuentros con solvencia y destapar todo su repertorio en el partido más importante.
Sabe Djokovic como manejar los tiempos ante Federer al que ha ganado ya en 21 de los 39 encuentros en los que se han enfrentado. Lo demostró en el noveno juego del primer set, cuando había que apretar los dientes, y cuando el de Basilea dispuso de un punto de rotura. Lo solventó el serbio, y quebró a continuación para ganar el primer parcial y sembrar el desconcierto en el suizo.
Cinco juegos seguidos ganados por «Nole» (del 4-4 del primer set, al 3-0 del segundo) fueron el detonante de la derrota de Federer, que impotente, bajó los brazos, se defendió como pudo y dejó que el serbio le sepultara con su solidez desde el fondo, y con un servicio inquebrantable en tierra, el más serio aviso para París.
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