La joven participante junto a Rita Zeqiri, de Kosovo, saliendo de la piscina después de participar en la prueba de los Mundiales de Kazán, en Rusia. | HANNIBAL HANSCHKE

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Se llama Alzain Tareq, tiene 10 años, es de Bahrein y este viernes ha vivido su día de gloria en los Mundiales de Natación que se disputan en Kazán (Rusia), donde ha competido en los 50 mariposa y se ha convertido, sin duda, en la estrella mediática de la jornada.

Tareq tardó 41.13 segundos en cubrir la distancia, 15.70 segundos más que la sueca Sara Sjöstrom, que marcó el mejor tiempo, pero la niña no estaba aquí para ganar.

Enfundada en su bañador de dos tonalidades azul, gorro negro que escondía un moñete y gafas de nadar rosas. A las 9:54 allí estaba, subida en el poyete de la calle 2. Miró a su izquierda donde estaba Sonia Aktar (Bangladesh), levantó la vista y se concentró en la carrera.

En la primera serie también competía con Rita Zeqiri (Kosovo) con la etíope Rahel Fseha Gebresilassie y con Ángel de Jesús, de las Islas Marianas del norte. Ganó la kosovar, pero el resultado es lo que menos importaba.

En cuanto Tareq salió de la piscina y levantó la vista, ya vio lo que iba a ocurrir. Todas las televisiones mundiales que tienen los derechos de este Mundial la querían entrevistar, las que no los tienen, también. Cuatro agencias internacionales aguardaban su turno, los medios escritos se impacientaban y las emisoras de radio también esperaban.

Tareq, acompañada por un entrenador que grababa todas y cada una de las entrevistas que le hacían, respondía siempre con una sonrisa. Pasaban los minutos, la niña tenía frío y se enfundó en una toalla de la organización, mientras nerviosa bajaba la mirada y jugaba con sus chanclas, unas desgastadas con la suela color rosa y las tiras amarillas.

Ni Katie Ledecky ni tan siquiera si Michael Phelps hubiera decidido ofrecer una improvisada rueda de prensa en la zona mixta del Kazán Arena, hubiera reunido a tantos periodistas, enfundados con micrófonos, libretas y con teléfonos móviles, decididos a inmortalizar para siempre el momento.

«Estoy muy feliz, casi consigo mi mejor tiempo. Esto es muy grande», repetía mecánicamente Alzain, nacida en 2005 y campeona absoluta de su país, en una competición en la que participaban nadadores de todas las edades.

Tenía la peor marca de las inscritas (41.12) y nadó una centésima más lenta. Tareq estuvo acompañada desde que salió de la piscina por un encargado de prensa de la FINA. La Federación Internacional de Natación no establece límites de edad, algo que sí ocurre con el Comité Olímpico Internacional (COI) que no permite competir a menores de 14 años.

Estudiante de quinto de primaria, Tareq es la más joven de este mundial, donde también toma parte una niña de 14 años, la birmana Su Moe Theint, que nadará el 50 libre, prueba en la que coincidirá con la nadadora de Bahrein.

La natación es un deporte para nadadores precoces. La japonesa Kyoko Iwasaki, por ejemplo, fue campeona olímpica en Barcelona en los 200 braza con 14 años y la en 1988, la húngara Kristina Egerszegi fue oro en 200 espalda también con 14 años.

«Estoy muy feliz, casi consigo mi mejor tiempo. Esto es muy grande», insistía Alzain Tareq en cada corrillo. Explica que se entrena cinco veces por semana, que le gusta ir al colegio y salir a pasear con sus amigos.

«Me lo he pasado muy bien, pero pienso que lo puedo hacer mejor», dice Tareq que piensa pedirle una foto a Sarah Sjöstrom su ídolo y después pasear por las atracciones del Kazán Park para luego poderlo explicar en el colegio.

Así fueron las primeras horas de gloria de Tareq, 10 años, 41.13 segundos en el agua, 35 minutos en la zona mixta.