Un periodista gráfico montado en un segway tropezó con el campeón jamaicano provocando la caída de ambos. | nsotd6 (Youtube)

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La resurrección del astro Usain Bolt en el estadio que lo puso en órbita hace siete años con el triplete olímpico convirtió este jueves en un atleta vulgar al estadounidense Justin Gatlin, que durante casi dos años había aprovechado los achaques físicos del jamaicano para hacerse con el mando en la velocidad.

Bolt ha derrotado por segunda vez en cuatro días a Gatlin, zanjando de una vez los presagios sobre su presunto declive y con un registro de 19.55 en la final de 200 ha logrado su décima medalla de oro en campeonatos del mundo, la cuarta consecutiva en la media vuelta a la pista.

Gatlin hubo de resignarse, otra vez, a su papel de segundón, que parece sobrellevar con resignación a juzgar por su sonrisa. Cruzó la meta en 19.74, seguido del sudafricano Anaso Jobodwana, que hizo récord nacional con 19.87, y del panameño Alonso Edward, que sólo por dos milésimas perdió la medalla de bronce (19.87).

La imagen curiosa de la final se produjo después de la carrera. Cuando Bolt celebraba su victória con los aficionados dando la vuelta a la pista, un periodista gráfico que se desplazaba en un seagway (patín eléctrico) tropezó con el campeón jamaicano, provocando la caída de ambos.

El anunciado choque de trenes entre Bolt y Gatlin fue, en realidad, el impacto de un camión con un turismo y terminó con el mismo resultado que el primero. Cuando el estadounidense, que estaba ligeramente por delante en la curva, perdió su ventaja al desembocar en la recta, la sentencia estaba dictada y el condenado era él.

Cuatro días después del primer gran duelo, el de los 100 metros, que sólo por 13 milésimas se inclinó del lado del jamaicano (9.79 por 9.80), Bolt ha batido por el confortable margen de 19 centésimas a su rival en una distancia en la que nunca falla.

La calle cinco, ocupada por el británico Zharnel Hughes, separaba a Gatlin, que partía por la cuatro, de Bolt, apostado en la seis. Como en semifinales, el jamaicano dejó los tacos más rápido (147 milésimas) que el estadounidense (161), y cuando se incorporó por completo sin haber cedido más que unos decímetros a su adversario, se supo enseguida ganador, y así lo proclamó su sonrisa en la recta.

Bolt había llegado a Pekín con una marca de 20.13 este año, medio segundo peor que la de Gatlin, el más rápido de la campaña con 19.57, nuevo récord personal, pero eso nunca cuenta tratándose del Relámpago.

Unos minutos antes Allyson Felix había puesto la nota alegre en el equipo estadounidense al ganar de calle la final de 400, su primer título mundial en la distancia y el noveno en total, con la mejor marca mundial del año (49.26) por delante de la joven bahamesa Shaunae Miller (49.67).

Las tres medallas estuvieron por debajo de los 50 segundos. A continuación de Miller arribaron las cuatro jamaicanas, Shericka Jackson (44.99), Christine Day (50.14), Stephenie McPherson (50.423) y Novlene Williams-Mills (50.47).

Felix tomó la cabeza desde el disparo y fue aumentando la diferencia con sus rivales de modo que a la salida de la última curva, cuando encaró la meta con la zancada imperial de sus largas piernas, el desenlace de la carrera estaba cantado.

La final de triple arrojó una marca estratosférica: 18,21, a sólo ocho centímetros del récord mundial del británico Jonathan Edwards, pero no la obtuvo el hasta hoy líder del año, el cubano Pedro Pablo Pichardo, sino el que estaba segundo, el estadounidense Christian Taylor, que recuperó la corona cuatro años después tras un vibrante combate con «PPPP».

Alejado de la zona de estrés, el portugués Nelson Evora, campeón olímpico hace siete años en este mismo estadio, se alzó con la medalla de bronce gracias a su último salto, de 17,52 metros.

El récord mundial estuvo en grave riesgo también en la final femenina de martillo. La polaca Anita Wlodarczyk, cuyos mejores trofeos hasta hoy eran las medallas de plata olímpica y mundial, consiguió su primer título global con abrumadora superioridad sobre sus rivales aunque, con un mejor tiro de 80,85 metros, no pudo satisfacer, por 23 centímetros, las expectativas de récord.

Los aficionados chinos contribuyeron con sus gritos de ánimo al segundo puesto de Wenxiu Zhang (76,33), y la medalla de bronce fue para la francesa Alexandra Tavernier con 74,02.

Sólo hacía 26 días que la lanzadora polaca había roto, por primera vez en la historia, la barrera de los 80 metros con un tiro de 81,08 ante sus compatriotas en Cetniewo.