Imagen del taekwondista mallorquín Eduardo Longobardi, quien lucha al máximo por ganarse un puesto para Tokio 2020. | Teresa Ayuga

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Tuvo que tomar una difícil decisión, pero el paso del tiempo le ha acabado dando la razón y emigrar a Manchester le ha permitido cumplir con sus expectativas. Eduardo Longobardi (Palma, 1995) pelea, a sus 23 años, por hacer realidad su sueño olímpico representando a Gran Bretaña, una de las grandes potencias del taekwondo mundial. Al poseer doble nacionalidad, y viendo su proyección a nivel internacional en las categorías de formación, no se lo pensó al recibir una propuesta que le permite estar en las posiciones de honor del ránking olímpico de su peso (68 kilos) y tener serias opciones de clasificarse para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, su gran meta.

Meses atrás, se colgó el bronce en el Europeo de Kazan (Rusia), en un peso diferente al olímpico, -74 kilos. «A veces los compagino, pero mi peso es 68». Ha establecido Longobardi su centro de operaciones en Manchester, cuartel general del GB Taekwondo. «En mayo de 2016 me lo propusieron y no era una mala oferta. Pensé, ¿por qué no?. Y me fui para allá…», comenta el deportista isleño, que compite por el Club Taekwondo Palma y posee licencia balear, pese a representar a Gran Bretaña. Cuando compite por Gran Bretaña, figura como Peter Radford —su nombre completo es Eduardo Peter Longobardi Radford—, pero él prefiere «que me llamen Edu». Con seis años se inició en el taekwondo con Toni Sastre y a los quince llegó al CTEIB, donde estuvo a las órdenes de Toni Navas. La competencia en su peso (Joel González, José Antonio Rosillo…) le hizo sopesar la opción británica y ahora está a una treintena de puntos de asegurar su clasificación para Tokio 2020. «Son los puntos más difíciles de conseguir, pero es un objetivo que tengo en mente y cerca. Los seis primeros del ránking se clasifican de forma directa y la puerta está abierta», explica durante sus vacaciones en Mallorca, antes de encarar un curso 2018/19 decisivo. «Habrá muchos campeonatos y el ránking variará, pero yo tengo que cumplir en mis competiciones», asevera. Longobardi destaca el potencial de Gran Bretaña, y lo justifica en buena parte «en que cuanta más inversión realizas y más medios pones, más opciones de que salgan bien las cosas tienes. Los resultados son el reflejo de esa apuesta».

Además de luchar por ser olímpico en 2020, Edu tiene en mente sacarse el título de entrenador, «pensando en el futuro», y destaca la buena acogida que ha tenido en Manchester. «Vivimos en casas a cinco minutos del centro de entrenamiento. Nos ejercitamos mañana y tarde y son muy profesionales», añade. Al coincidir con un español en el cuadro y enfrentarse a él, no esconde que «resultaba extraño al principio. Pero somos amigos y lo seguimos siendo pase lo que pase en la competición. Me ha tocado enfrentarme a Javi Pérez, Joel González… Y no resulta raro. En competición, cada uno defiende sus intereses, es una competición individual. Pero cuando acaba, tan amigos, como siempre. Esa es una de las esencias del deporte», prosigue Longobardi, que puede seguir los pasos de John García-Thompson, quien representó a Gran Bretaña en los Juegos de Londres 2012, en este caso en el torneo de voley playa.