Josep Barceló posa con su caña y sus medallas en Portopetro. | Jaume Morey

TW
0

Larga es la lista de campeones que ha dado la pesca en Mallorca. El legendario Andrés López Schmid es un referente para las nuevas generaciones, que pisan fuerte y tienen en la figura de Josep Barceló a un nuevo referente en una modalidad que cuenta en las islas como una importante afición, aunque a nivel competitivo, la exigencia hace difícil poder dedicarse de forma plena a la pesca deportiva.

A sus 31 años, Barceló entró a formar parte del selecto grupo de campeones mundiales mallorquines hace unas semanas en aguas de Setúbal (Portugal). Junto a otro isleño, Juan Francisco Juanico, el deportista de s'Alqueria Blanca formaba parte del equipo español de pesca en embarcación fondeada, que lograba el oro, a la par que Barceló lograba ser plata en la competición individual. «Cuando supe que había hecho podio, estaba con algunos de mis rivales y no pude evitar ponerme a llorar», confesaba Josep, de 31 años y recibido por todo lo alto en su localidad natal.

Era su quinto Mundial y a los anteriores había asistido «para conocer cómo se debe competir, qué hacer para estar delante». Triple campeón de España (2011, 2016 y 2018), representa al Club de Pesca de s'Alqueria Blanca y en el Real Club Náutico de Portopetro tiene su base rumbo al mar. Con el apoyo de Kali Kunnan (Casa Calicó), Barceló admite que ha cumplido «un sueño», que cuando comenzó a pescar junto a su padre «no podía imaginarme jamás». Recuerda Josep que «con cinco años me federé y en 1998 fui a mi primer Campeonato de Mar-Costa. Pero hasta 2010 no me pse en serio y en 2011 ganamos el nacional y empezó la rueda hasta que en el quinto Mundial llegaron las medallas», explicaba. A Josep Barceló le costó «asimilarlo» y ayudó a que España recuperara su lugar preeminente en este deporte. «Ahora toca consolidarse, el año que viene es el Mundial en Italia, la cuna de la pesca, y ya estoy clasificado, lo que me da más tranquilidad a la hora de prepararlo».

Su trabajo en el negocio familiar y el tiempo que pide un deporte como la pesca hace que «sea imposible vivir de ello. Salgo una o dos veces por semana... Y me ha ido bien», afirma.