La 110 edición del Tour se lanzó a las puertas de la catedral del fútbol español, San Mamés, donde el sueño ciclista se cumplió después de muchos años de espera. Enorme ambiente. No faltó de nada, pura fiesta, ante un gran acontecimiento. Hubo saludo cordial entre Vingegaard y Pogacar, las primeras estrellas, un aurresku en honor del pelotón y el lehendakari Íñigo Urkullu cortando la cinta de salida.
Tras el protocolo, y tras un paseo entre la multitud por las calles de Bilbao, comenzó el Tour de verdad, el ciclismo en estado puro. Una escapada de cinco animó el despertar de la Grande boucle 2023, compuesta por Calmejane (Intermarché), Guglielmi (Arkéa), Eenkhoorn (Lotto-Dstny), Gregaard (Uno-X) y Ferron (TotalEnergies).
La fuga se abrió paso por el Puente Colgante de Las Arenas, más elegante que nunca vestido de amarillo. Luego el recorrido metió al pelotón en la costa, en Bermeo, donde el entorno de San Juan de Gaztelugatxe (3ª,3,5 km al 7,6 %) regaló una vista impagable del islote presidido por la Ermita de San Juan.
El pelotón nunca perdió de vista la aventura de los rebeldes, alcanzados a 50 km de meta, camino del Alto de Morga (4a, 4 km al 4,1%), poco después del paso por Gernika, símbolo de la paz, donde la batalla por la etapa ya estaba despuntando. El panorama empezó a cambiar con el UAE de Pogacar y el Jumbo de Vingegaard ya marcándose en cabeza.
Con el pelotón en seria faena, un pasillo ferviente de aficionados adornó el ascenso del Vivero (2ª, 4,2 km al 7,3%), donde el UAE enseñó sus cartas para probar al personal, sobre todo a Vingegaard, pegado a la rueda de un Pogacar que debía mostrar sus intenciones. ¿Soltaría un órdago?, ¿Iría de farol?.
Los favoritos se mantuvieron unidos en la cima, pero en el descenso llegó la desgracia en forma de caída. Enric Mas y Richard Carapaz se estrellaron contra el asfalto. El campéon olímpico, muy dolorido, siguió hasta meta, el balear acabó su sueño con el hombro muy perjudicado. Segunda retirada consecutiva del balear en el Tour.
Había interés desatado por ver a las estrellas del pedal subiendo el Muro de Pike (3ª, 2 km al 10%), cota descubierta en 2019 por el Circuito de Getxo. En sus rampas cayeron las caretas. UAE y Jumbo, o sea, Pogacar y Vingegaard lanzaron mensajes de batalla coronando al unísono. Tablas entre la alta jerarquía. De ese duelo se aprovecharon los hermanos Yates, que se llevaron bien en el descenso, uniendo esfuerzos por una carretera limpia y segura que conducía a la meta junto al Parque de Etxebarría, cerca de la Basílica de Begoña, símbolo de la ciudad.
De la catedral del fútbol a la catedral de la devoción bilbaína. Un trayecto inolvidable para Adam Yates, colíder del UAE. Gloria para el británico, quien logró su victoria número 22, y además se acreditó para intentar mejorar el cuarto puesto del Tour 2015. Aunque fuese a costa de su hermano.
Este domingo el Tour disputa la segunda etapa, íntegramente en Euskadi con 208,9 km de recorrido entre Vitoria Gasteiz y San Sebastián, otra jornada ondulada entre montañas y costa con aroma a clásica, y por supuesto, a Vuelta al País Vasco. El ascenso a Jaizkibel (2a, 8,1 km al 5,3) será el gran aliciente a 16 de meta.
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