No estaba "muerto" Pogacar, estaba herido en su orgullo, pero entero y explosivo, como demostró superando en el duelo en Cambasque a Vingegaard, incapaz de seguir la rueda del doble ganador del Tour cuando atacó a 2,7 de la cima, por donde cruzó brazos en alto con un tiempo de 3h.54.27, a una media de 37,1 km/hora.
Pogacar (Komenda, 24 años), endosó 28 segundos a Vingeggard, contando los 10 segundos de bonificación. Aunque no evitó el maillot amarillo del danés, nuevo líder, fu un golpe moral y de autoridad con un mensaje: el esloveno está muy vivo y sí es un serio candidato al amarillo en París.
No es un referente el efímero líder australiano Jai Hindley, rey por un día, quien cedió en el Tourmalet y llegó a meta descolgado a 2.39 minutos junto a Carlos Rodríguez, una vez más enorme, y Simon Yates. El ciclista andaluz ya es quinto en la general a 3.30 de Vingegaard.
El danés ya luce de amarillo, pero sin la superioridad que manifestó en el primer asalto pirenaico. Pogacar le pisa los talones a 25 segundos, renaciendo el duelo más esperado del ciclismo actual. Hindley bajó a la tercera plaza a 1.34, Simon Yates cuarto a 3.14 y Rodríguez cierra el top 5. Mikel Landa cedió en la etapa 3.41 minutos y en la general es undécimo a 5.49.
El segundo asalto pirenaico empezó como el primero, con múltiples ataques que derivaron en una numerosa fuga de 20 corredores. De nuevo Van Aert como emisario de Vingegaard, esta vez acompañado de su enemigo íntimo Van der Poel, con quien iba compartiendo relevos entre risas.
Con los reyes del ciclocrós y las clásicas también se incrustó el velocista Matteo Trentin, de la guardia de Pogacar, herido en su orgullo. Sin embargo, el Bora de Hindley aceptó el papel de perseguidor, controlando que la fuga no se fuera de las manos. El grupo de la alta jerarquía pasó la Cota de Capvern Les Bains (3a, 5,6 km al 4,8) a casi 3 minutos de la avanzadilla.
Ninguna reacción en el pelotón, cero inquietud en las filas del Bora o Jumbo en el Col D'Aspin (1a, 12 km al 6,5), en cuya fila se mantuvieron las diferencias. Fue a partir de la subida a su "majestad" Tourmalet, (Especial, 17,1 km al 7,3 %) cuando empezaron a moverse algunas piezas.
A pie del Tourmalet, 85 veces ascendido en la historia del Tour, conocido como "montaña lejana" en lengua gascona o "camino de mal retorno" en francés, el Jumbo agarró la batuta en las operaciones de captura con un retraso de 4.30 minutos. El cambio de ritmo de los hombres de Vingegaard destrozó la carrera.
Kelderman, Kuss y Vingegaard terminaron con Hindley a 4 km de la cima, impotente ante el ritmo de los Jumbos. Pogacar se soldó a la rueda enemiga, sometido al rodillo del conjunto neerlandés, que se completó con el ataque de Vingegaard a 2,5 km de la cima.
Festival del Jumbo. Van Aert dirigía la fuga, que coronó con Johannessen y el portugués del Movistar Guerreiro la mítica cima a 2.115 metros de altitud antes de lanzarse al descenso. En la bajada el belga y Vingegaard, acompañado de Pogacar, ya iban juntos. Hindley marchaba perdido a 2.37 minutos.
Al final de la bajada se unieron 8 en cabeza. Siempre Van Aert en modo locomotora para su líder, preparando el asalto en la subida definitiva a Cambasque (1a, 16 km al 5,4), en cuya cima venció Jesús Loroño en 1953 y se estrenó la leyenda de Miguel Indurain con su primer triunfo de etapa en el Tour en 1989.
En escenario histórico el Tour vivió otra jornada para el recuerdo. Van Aert terminó reventando a 5 de meta. Se quedaron al frente Vingegaard y Pogacar. El primero atacó poco después de quedarse sin gregario, pero enseguida vio que el esloveno no era el mismo del día anterior.
Pogacar llevaba la carta en la manga, y la sacó a 2,7 de la cima. Un ataque sin respuesta sin Vingegaard y directo de meta, donde alzó los brazos para celebrar su décima victoria en el Tour, la decimoquinta de la temporada. Así igualó a Pantani y Van Impe a 7 victorias en llegadas fuera categoría o de primera. Una victoria con mensaje: el Tour está radiante y no hay claro favorito.
El Tour sale de los Pirineos para la disputa de la séptima etapa entre Mont de Marsan y Burdeos, jornada llana de 169,9 km propicia para la reaparición de los esprinters, que tendrán una buena ocasión para lucirse
1 comentario
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Sa veritat que es Tour sense veure com sa quena n''Enric no val res.