Lucía, Tolo y Bernardo Gelabert (arriba); Jaime Gelabert y Máximo Beguiristain, en la parte inferior del montaje. | Familia Gelabert

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Aunque en Mallorca reina el trote como modalidad hípica de referencia, de sus raíces nació una saga que se ha convertido en una referencia dentro del turf español. Un apellido asociado al éxito y que resulta imprescindible para los amantes de las carreras de caballos, que han disfrutado de las evoluciones de varios miembros de esa saga en los hipódromos de La Zarzuela, San Sebastián o Sevilla. Esta es la historia de la familia Gelabert, que pese a haberse expandido en Madrid, conserva sus raíces intactas y presentes en una popular barriada palmesana.

Porque en La Soledad nació Bernardo Gelabert, cuya trayectoria arrancó en el trote, aunque decidió probar fortuna en la capital como jockey y en los años 60 del siglo XX marcó una época, dejando huella en el icónico hipódromo de La Zarzuela, que alternaba en diferentes épocas del año con San Sebastián o Sevilla. «Era un jockey de peso ligero y marcó a muchos», recuerda su hijo, Tolo, quien recuerda que su tío Gabriel -hermano de Bernardo- sigue vivo «y mantenemos contacto. De hecho, este verano estuvimos en Palma e intentamos conservar una relación estrecha, pues es familia directa y de La Soledad guardo muchos recuerdos de infancia. Y del Molinar. Iba a pescar con mi abuelo en verano y resulta emotivo siempre volver a rememorar aquella etapa», prosigue.

Bernardo Gelabert, en una imagen durante su etapa como jockey. Foto: Familia Gelabert

La relación del caballo con la saga Gelabert fue a más de la mano de Bernardo, pues su suegro era Máximo Beguiristain, otro emblema en la década de los 50 y abuelo de Tolo, quien se crió entre caballos en Madrid, donde nació en 1963. Desde los catorce años empezó a labrarse una carrera en la que figuran más de 450 victorias, una decena de Grandes Premios de España y la triple corona nacional firmada en 1986, 1987 y 1988, siendo además segundo y tercero en tres ocasiones cada posición. Unos números que le sitúan en el Olimpo del mundo hípico.

Lucía, Jaime y Tolo Gelabert. Foto: Familia Gelabert

«Fueron unos años espectaculares, había una pasión y una afición especial», asegura Tolo, quien volviendo a Mallorca recuerda sus paradas ineludibles cada verano en el hipódromo de Son Pardo junto a su padre, Bernardo, a quien se conocía y respetaba pese a la distancia que puso en su día. «Allí, el trote es el que manda, pero su afición y su gente sabe mucho de caballos. Hay una gran tradición y en parte gracias a ello estamos aquí», refiere Tolo, quien en la actualidad sigue vinculado al caballo, dando clases de iniciación.

Tolo Gelabert, en el Hipódromo de La Zarzuela. Foto: Familia Gelabert

Tolo es una leyenda viva del turf. Formó parte de las prestigiosas cuadras Mendoza (propiedad del expresidente del Real Madrid) y Rosales, y fue protagonista de una edad dorada en la que el impacto mediático con la irrupción de la televisión y la Quiniela Hípica dieron visibibilidad a este deporte. Junto a Román Martín y Claudio Carudel dio forma a una rivalidad vibrante dentro y fuera de la pista en la década de los 80, la de máximo esplendor de Tolo, a quien el cierre de La Zarzuela durante casi una década frenó en pleno apogeo.

Lucía, Jaime y Tolo Gelabert, en Madrid. Foto: Familia Gelabert

No quedó aquí la cosa. La pasión de Tolo y sus antecesores se trasladó también a sus dos hijos, Lucía y Jaime. La primera fue una destacada amazona hasta hace pocos meses, aunque volcada en la actualidad en su faceta de docente. Más lustrosa es la carrera de Jaime, que con 26 años representa a una de las estrellas del turf español en el presente, acumulando más de 250 victorias y amenazando el récord de su padre. Triple ganador del Derby, junto a su hermana y su progenitor sirvió de inspiración para el Premio Familia Gelabert, cita clásica ya en el hipódromo de La Zarzuela y que deja patente el peso de este apellido dentro del turf nacional.

Tolo, tras una prueba. Foto: Familia Gelabert

«El caballo es una forma de vida, algo que hemos heredado y trabajamos con orgullo desde hace años», comenta Tolo, quien recuerda que en Mallorca «me llaman Tomeu». Pero la historia sigue, y la hija de Lucía, Sol, con apenas 4 años ya da forma a la que puede ser quinta generación. Con pedigrí, pues es biznieta de Román Martín y Bernardo Gelabert. Una garantía de éxito y continuidad para una familia que desde Mallorca salió para formar parte de los anales del mundo hípico.