Stephanie Sangou, Umar Brito y Elvis Sangou, en el ring del gimnasio Motorcity. | Pilar Pellicer

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Umar Brito no es un entrenador de boxeo al uso. Viste chanclas Crocs con calcetines altos como si fuera a la playa de s’Arenal, pero va al gimnasio Motorcity de Palma. DavidQuiñonero, su socio, su ‘hermano’, como se llaman entre ellos, lo apodaba El Cigala cuando lucía greñas y barba. Pero Umar no es muy flamenco. Es más de Earth, Wind and Fire, Dexys Midnight Runners o los Rolling Stones. En sus clases puede sonar hasta Raphael.

En 2025 afronta uno de los retos más ilusionantes de su carrera como entrenador: el debut de sus dos hijos, Elvis y Stephanie Sangou, como boxeadores profesionales. Lo harán de la mano de la promotora KOBoxing, de Koke Sánchez. «Lo vemos como una recompensa a todo el trabajo que han hecho como amateur», explica Umar, que está agradecido por el apoyo recibido de Kike y Chule, del Fight Club de Albacete, durante la etapa anterior. «Elvis es como un mago. Es muy difícil de golpear, tiene velocidad, mucha puntería y es extremadamente inteligente», asegura. «Stephanie es muy dura y no da un paso atrás ni para coger carrerilla. Es un tanque».

Elvis, de 23 años, cuenta que empezó a boxear sin ganas. «Mi objetivo era ser futbolista, como Eto’o». Un día empezó a obedecer a su padre y, a los 14 años, se lo tomó más en serio.

Stephanie, de 25 años, se lo tomó como un juego en sus inicios. «Empecé a cogerle gustillo y a los 19 me propusieron pelear. Pensé que no era mala idea». Ha hecho 25 peleas en amateur. Su hermano, Elvis, ha perdido la cuenta. «Unas 45», creo. «Empezó muy joven a pelear, con 16 años, y al principio estaba nervioso, pero ahora ya no tiene esa tensión», interviene su padre.

Los dos boxeadores entrenan cinco días a la semana «una hora y media o dos». El sueño de ambos es ser campeones del mundo con su padre en la esquina. Con o sin Crocs.