Mati Rosa, junto a su hermano Nico (izquierda), su mujer Bianca y el jugador del filial Agustín Raggiati.

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Mati Rosa vive estos días un confinamiento especial. El jugador del Palma Futsal, que deja atrás una grave lesión de rodilla que lo ha alejado de las canchas la mayor parte de la temporada, ha ampliado la familia durante el encierro que ha motivado la pandemia de coronavirus. Junto a su mujer, el argentino ejerce de padre en su domicilio con su hermano pequeño Nico y con el jugador del filial Agustín Raggiati, a los que instaló en su hogar hace más de un mes, cuando el Gobierno decretó el estado de alarma por el coronavirus.

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«Nos coge todo un poco de golpe», relata Mati Rosa, que tomó la decisión de adoptar a «los chicos» cuando las cosas empezaron a ponerse feas. «Se quedaron un par de días en casa porque estábamos mirando una serie juntos y en esos días decretaron la cuarentena. Les dije de ir a buscar sus cosas al hotel y cuando llegamos el dueño nos dijo que iban a cerrar. Pensamos que lo mejor iba a ser que se quedaran en casa porque cuantos más seamos sería mejor. Y porque para ellos, que es la primera vez que salen de su hogar y vivían en un hotel, sería más positivo estar acompañados».

«Estoy haciendo un poco de papi circunstancial pero es verdad que los dos chicos se la rebuscan muy bien y ayudan bastante», comenta Mati Rosa satisfecho. «Cuando hay que limpiar lo hacemos todos y el que mejor sabe hacer la comida del día, cocina. El primero que se levanta suele hacer el desayuno. Por la tarde jugamos a la PlayStation y entrenamos todos juntos porque tengo una terraza grande en la que cabemos los cuatro para hacerlo a la vez al aire libre. Nos reímos mucho más allá de todo lo que pasa fuera y de que ya estamos un poco cansados del día a día. Siempre encontramos cosas para hacer y siempre a alguien se le ocurre alguna broma. El día a día se pasa más rápido».