Alessandro Rosa Vieira, Falcao (Sao Paulo, 1977) está considerado como el mejor jugador de la historia del fútbol sala. El Pelé de un deporte que, como su hermano mayor, es casi una religión en Brasil. Nadie ha jugado más partidos que él con la selección verdeamarela ni ha marcado más goles. Pese a que lleva ya varios años fuera de las pistas, su leyenda se prolonga en las redes y sus mejores jugadas acumulan millones de reproducciones en YouTube. El mítico 12 —un dorsal que lleva tatuado en su honor otro de los genios del futsal, el portugués Ricardinho— disfruta por primera vez de Mallorca, donde ejerce como embajador de la Copa Intercontinental que el próximo 2 de noviembre jugarán en Son Moix el Palma Futsal, campeón de la Champions League, y el Magnus Futsal, vencedor de la última Copa Libertadores.
—¿Qué podemos esperar de ese partido tan especial?
—Para mí es un placer muy grande porque son dos conjuntos especiales. El Magnus fue mi último equipo y en el Palma tengo a muchos amigos. Será un torneo muy bonito y una gran confrontación en una ciudad que, ahora mismo, es la capital de fútbol sala.
—Si hay un país vinculado al Palma es Brasil. ¿Qué imagen tienen allí del club?
—La mejor posible. Es un proyecto muy especial, en el que no se hacen locuras y que sabe muy bien como compensar los movimientos de jugadores. Si pierde a dos, traerá otros dos que lo harán igual de bien o mejor. Es una referencia en el mundo. Ningún club puede ganar dos Champions sin hacer un buen trabajo.
—Al frente de ese trabajo destaca gente como José Tirado o Antonio Vadillo. ¿Qué opina de ellos?
—Sé lo bien que se trabaja con ellos, más allá del dinero. Y por eso el Palma es objeto de deseo para los brasileños. Antes se hablaba del Barça, del Inter Movistar y, hace tiempo, del Playas de Castellón. Y ahora todos esos jugadores que destacan en mi país quieren venir aquí por lo que supone el club, el proyecto o la ciudad.
—¿Cómo ve al fútbol sala español en la actualidad?
—Brasil y España son las grandes referencias y se ha visto con las últimas intercontinentales. Portugal también está en un momento muy bueno, pero creo que pasará mucho tiempo hasta que algún otro país pueda desbancarlos.
—En su día estuvo a punto de fichar por el Cartagena o el Playas de Castellón, pero no llegó a salir nunca de su país. ¿Qué pasó?
—Entre 2003 y 2008 recibí muchas ofertas. En 1999 firmé un precontrato con el Cartagena y después Javi Sánchez viajó hasta Brasil para ficharme para el Castellón. No quería quedarme para siempre allí, pero se dieron las condiciones para ello. Desde que era muy joven tenía muchos patrocinadores y si me marchaba se perdían. Económicamente no me valía la pena. Y siempre estaba bien posicionado para jugar con la selección, que es algo que siempre ha sido muy importante para mí. Estuve siempre muy a gusto en Brasil, en mis clubes, con mi familia y con mis amigos. Lo único que quizás le faltó a mi carrera fue jugar dos o tres años en Europa, pero nunca me ha importado mucho. He sido muy feliz y que me reconozcan, por ejemplo, en España, es la mejor recompensa posible.
—¿Con qué de gol de los cientos que marcó se quedaría?
—Seguramente con uno de los que marqué en el Mundial de 2012 por todos los problemas que superé. Sufría una parálisis facial y recuerdo que perdiendo con Argentina marqué dos goles y que luego, contra España, hice un golazo muy raro y en un momento muy especial. Jugué veinte años con la selección y en todos los partidos contra España ninguno de los dos ganó nunca por más de un gol de diferencia.
—¿En qué ha cambiado el fútbol sala desde que empezó a jugar hasta ahora?
—Creo que ahora no hay tanta calidad individual, que es más táctico y más físico y que eso equilibra mucho los partidos.
—¿Quién cree que es el mejor jugador del mundo ahora mismo?
—Es difícil. Pito o Dyego están en un gran momento, pero no veo a nadie que se destaque mucho sobre el resto, como hizo en su día Ricardinho. Pero bueno, creo que Pito hará un gran Mundial —se juega entre septiembre y octubre— porque es un crack y necesita un gran título así.
—Siendo ya una estrella tuvo una breve aventura en el fútbol con el Sao Paulo. ¿Cómo le fue?
—Acababa de ser nombrado mejor jugador del mundo y al volver de Suiza con el premio el Sao Paulo me invitó a jugar con ellos. Estuve cuatro meses y me ofrecieron tres años más de contrato. Fue muy divertido, pero allí no era el mejor, sino uno más. Echaba de menos el fútbol sala y acabé volviendo porque era lo que más me gustaba y lo que más feliz me hacía. Y mi historia después fue irrepetible. Volvería a hacerlo y regresaría de nuevo al fútbol sala.
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